lunes, 11 de junio de 2012

EL CASO J


Evidentemente no puedo evitar musicalizar mi vida, de algún modo.
Creo que tengo que dejar de ver "Ally McBeal" y todas esas series y películas regordetas de melodías...
La noche fatídica con Juan me dejó nock out.
Tuve que remar un buen rato en compañía de todos mis amigos y tratar de poner cara de poker cada vez que alguno se preguntaba dónde mierda se había metido el susodicho. Yo tenía muchas ganas de saberlo, de hecho, y muchas ganas de salir corriendo a buscarlo e intentar explicar lo que no tenía idea cómo explicar...Hundida hasta la coronilla!
En cuanto emprendí retirada comencé a caminar en la noche, sin saber a dónde ir ni qué hacer exactamente...Tenía una necesidad imperiosa de ponerme a gritar, a patalear, a llorar! Pero, no pude hacer nada. Estaba paralizada mientras mi cabeza daba vueltas y más vueltas... Panic Attack!
Me puse los auriculares y Cerati me susurraba: "No te confundas, no sirve el rencor / Son espasmos después del adiós"... Y sí, evidentemente pongo canciones tristes para sentirme mejor... Mis pies se movían, pero no estaban yendo a ningún lado... Mi cabeza andaba peor..."Poder decir adiós / es crecer / Uhhh", insistía Gustavo en stereo...
No, no estoy lista para crecer se ve... porque no pude desprenderme tan facilmente de la idea de dejarlo así, de dejarlo ir...
Escuché a la niña que hay en mi, y decidí hacer algo sin pensar, algo que en mi mejor momento de sensatez jamás se me cruzaría por la cabeza... Arriesgarme! Chan!
Como buena novata tenía en mi cuerpo esa exaltación cocteleada con nerviosísmo, que no sabía si todo estaba en verdad sucediendo o era parte de una alucinación.
El gran Gustavo sirvió de inspiración. Y ciertos aprendizajes nuevos, que me mostraron que a veces hacer el ridículo puede ser lo más catártico del mundo, me envalentonaron!
"Espera / no te enojes esta vez / Lo vi venir / Como siempre la reacción / es tan lenta como mi voz / Arrasando con la razón / el tsunami llegó hasta aquí / Lo vi venir"...
Acompañada por un amigo muy groso, que me prestó su talento con la guitarra, ante un llamado de emergencia en mitad de la noche - sólo puedo argumentar que lo apodamos "Loco", como para que entiendan la razón sin razón de su presencia ahí -, entonaba "Me quedo aquí"... clavada como una estaca al suelo... frente a la ventana de Juan!
De pronto recordé la serenata que él me había obsequiado para mi cumpleaños. Me acuerdo que se me grabó en la piel percibir, en ese momento, algo en su mirada, en su forma, de decirme: "Ni en pedo soy de hacer esto, y vos no sos de demandarlo... pero en el fondo, te encanta, porque yo sé, que en el fondo, sos nena". Me di cuenta que me conocía como pocas personas... y me estremecí!
Pero, como también soy muy nene... Besé una flor muy bella y me dejé llevar... Busqué un compañero de odisea que me transmitiera coraje... Le robé dos sorbos a su petaca de Juanito el Caminante... Y me lancé al vacío! Como haría cualquier cachi que se preste...
"... con todo aquello que conoces / a veces hago todo al revés...", en medio de la oscuridad cantaba... y me temblaban la voz y las piernas y el alma... pero cantaba con todo el sentimiento, esperando ser escuchada...
"... terco como soy / me quedo aquí...", volaban mis palabras en el viento... y de pronto, la luz de su living se encendió, y lo vislumbré con mis ojos miopes detrás de la ventana... estático - y en cuero... que bueno que está, pensé!
"La tinta no secó / y en palabras dije muchas cosas / pero en mi corazón todavía queda / tanto por decir...", es complicado llevar el ritmo y recordar con precisión la letra cuando una se está queriendo morir muerta, he descubierto... Un par de vecinos ya se habían asomado, algunos chistaban atrincherados tras sus persianas... y yo deseaba con todas mis fuerzas ser invisible o que la tierra me trague... Y él no puede evitarlo, se empieza a reir!
Otra vez, me conoce... Qué miedito! Sabe que lo estoy sufriendo y que la mejor forma de tendría de lidiar con eso sería riéndome de mi misma... pero, a la vez sabe que yo intento estar en una postura determinada y una risotada no quedaría acorde, entonces me esfuerzo en no tentarme... Y eso, ese pequeño fragmento de dominio sobre mi persona, le encanta! No, mascarita, si yo también te conozco... Tembla!
Afortunadamente, también me sabe terca... y bajó justito a tiempo, entre la estrofa final y el silencio póstumo - que me haría sentir cuál phsyco woman...
"Y si no, no aprendimos la lección", y mi guitarrista se lució con su solito final, unos vecinos aplauden, otros insultan... y Juan abrió la puerta, descalzo, en boxer y camiseta, con un pucho en la boca y agita serio: "Qué conventillera resultaste!", pero no se aguanta la carcajada y nos tira: "entren que acá hay algunos capaces de lincharlos". El Loco agradece, pero toma sus petates, me da un abrazo y se retira.
Quedamos los dos. Se saca el pucho, me mira fijo, se rasca el mentón, baja el escalón y se me pone cerquita: "vas a entrar o tenes show en otro lado?". "Planeaba ir por el programa de Iúdica, pero si insistis, paso", soy una inútil... eso se te ocurre decir?! what the fuck?!  Se mordió el labio - amo ese tic que tiene, lo sabe él también, obvio, elemental! Sonrió, saludó a los vecinos y me cedió el paso.
Había llegado el momento, tenía que decir... uff! Qué difícil! No podemos adelantar esta parte y pasar directo a los besos y a la parte linda de la reconciliación?! Tengo que seguir humillándome, exponiendo demasiado sin red... Ufa!
Nos sentamos en los almohadones del suelo, me sirvió algo de tomar como para aliviar el gorguero y unas pitaditas para aclarar el habla y: "Cuando empecé a escribir el blog actué de la misma forma que esta noche... sin pensar en las consecuencias, solo por hacerlo, por así sentirlo. Se conviritó en un espacio muy mio, en un lugar donde podía ser yo sin importar otra cosa. No lo hice para los demás, para mostrarme, lo hice para mi. Sinceramente, pensé que simplemente me seguían un par de personas de mi circulo cercano - nonono, no dije eso, no? -, se me salió, perdón. A mi me comentaban mis amigas a las que ya les había contado eso que estaban leyendo. Siempre supuse que llegaba hasta ahí. Les cambié los nombres y les dibujé las actividades un poco a todos - aunque no me maté, tampoco! Ya sé que no me cambié nada a mi, así que la asociación aún es más sencilla... pero se trataba de un rincón donde encontrarme con mi propia identidad... y justo iba a trastocarla?! Porque yo soy Manuela Leis Lema, con todo lo que eso conlleva... Y, no pensé en los demás. Mi primera experiencia como una egoista de mierda y la hago bien, eh?! Se ve que no es lo mío. Yo soy más la clásica tontita que pone primero a los demás. En fin...", otro sorbito de valentía: "..., yo no quise lastimar ni exponer a nadie, no lo escribía desde ese lugar. Si te jodí, perdoname... pero no me arrepiento de haber escrito lo que escribí, porque era exactamente lo que sentía en ese instante... Como mañana, posiblemente, voy a escribir lo que estoy sientiendo en este momento... Porque mi blog se trata de eso, de cometer sincericidio tras sincericidio y con eso ir creciendo... Somos lo que hacemos? Somos lo que pensamos? Somos lo que sentimos? Yo soy esto... lo que soy, lo que escribo... Impresentable, puede ser... Fuera de lo normal, ponele algo especial... Pero... te amo... con toda tu cachivachez y tus manías... no me interesa cambiarlas, si vos no te metes con las mías... Y no sé si este fue el modo correcto de hacer las cosas, pero es como salieron, como se dieron...".
Cricricri.... Tengo la sensación de haber estado exponiendo mi tesis con toda pasión y ahora estoy a la espera de ver si me dan el título los catedráticos. Niente!
"Eso, Juan... Yo te amo, si? Hace mucho, mucho... Me di cuenta hace poco, pero... Te lo tenía que decir..."
"Para poder escribirlo en internet tranquila?!", socarroneó.
Uh, no, nene, no entendiste nada!
Me levanté y comencé a juntar mis cosas. Mensaje recibido.
Juan se quedó cruzado de piernas, apagó el pucho y me miró: "Así vas a terminar la historia?! Un poco sosa, no? Sabés que le podrías agregar...", no lo dejé seguir: "Anda a cagar, Juan", le estampé. Se paró de un salto. "Anda a cagar? Pero, si te estoy tirando una idea... de alguna forma también soy protagonista, así que puedo opinar, no?". No lo estaba queriendo ni un poquito ni nada. Odiooooooooooo...
Quería ser una vez más la de la última palabra, pero me ganó: "Meme tenía ganas de pegarme, pero se contuvo. Yo tenía ganas de matarla, pero no podía. Tenía la misma cantidad de ganas de besarla, pero no quería. No me gusta dar el brazo a torcer. Pero, es tan linda. Aunque está loca! Es loca! Pero es linda...". Silencio. "Y me gusta...". Silencio. Miradas. "Pero Juan no dice nada. Y yo no digo nada.", continúe... Silencio. Miradas.

Se besaron - aunque no logran ponerse de acuerdo en quién lanzó el primer golpe -, y se besaron y se besaron...

Y no me deja poner nada más!
Demosle la bienvenida a "Juancito" - no, todo muy lindo, pero no voy a develar su verdadera identidad, tanto no estoy perdonada - al "Diario de Terapia de Meme", aportando sus propias líneas.
A veces las cosas no salen como queremos - bueno, en mi caso en verdad no es a veces, es casi una cotidianeidad -, los planes se arruinan, los deseos se opacan, las esperanzas andan devualadas... y no se puede  ir por la vida esperando el momento en que todo este perfectamente bien - algo tan lejano a lo verosímil - para hacer las cosas que anhelamos... Y para tomárselo con humor!
Por eso, Juan me entendió. Y yo a él. Bueno, un poco... seguimos trabajando en eso!
No les digo que los voy manteniendo al tanto, porque es algo que no calificó ni como "negociable"... Hasta ahí llegó su amor...
Y colorín, colorado...  hasta aquí llegó este blog!

jueves, 8 de marzo de 2012

TIME OUT - O de cómo la cagué con Juan

"Hoy voy a dar / un paso atrás / para dejar que vivas / tu realidad / Y quiero ser / un cero al as / como si no existiera / mi dignidad"...
Me temblaban las piernas y sentía que el corazón se me iba a salir del pecho, huyendo despavorido, espantado por mi abrupto arranque de coraje... pero mi voz resonaba nítida y, lo suficientemente, dulce como para escoltar esta letra de Rada.
A veces siento que me quedó el vicio impregnado de mi breve incursión en la edición audiovisual y no puedo evitar musicalizarlo todo.
Leo lo que escribo y alguna melodía siempre está ahí, acompañando.
Pero no se trata de una costumbre que no me puedo quitar, sino más bien de la realidad de mis días, con la música presente, siendo parte, dando forma.
He aquí un ejemplo de eso:
Luego de mi "prueba superada" de año nuevo, decidí ir a por más.
Hice unos arreglos para que me cubran en mis ocupaciones en Tigre y aproveché la solitaria morada de mis padres para pasar una semanita en la ciudad.
Toda la situación con Mariano me había puesto a pensar (más aún!!).
Y en mi laberinto de idas y venidas, todos los caminos me llevaban a Juan.
Tenía que tomar impulso y jugármela, de una vez por todas.
Yo podía querer tener al lado a alguien que tuviera una combinación de lo que más me gustaba de Mariano, Juan y Agustín... y George Clooney y Gonzalo Heredia y de todos mis idealizados hombres imaginarios... Pero, necesitaba uno real!
Y ese uno, era Juan... con sus mejores cosas... y las peores!
Tenía que buscarlo y decirle lo que sentía, no había opción.
Claro, del dicho al hecho...
Eso se ve muy bien en las novelas o en las películas, pero no... gracias, no tengo el guión en mano y se me complica con las improvisaciones.
El insomnio me atacó una noche de lluvia inspiradora y, daiquiri y conferencia con Loli y Amparo de por medio, lo llamé. Atendió al tercer ring - con esa voz de dormido que me derretía - y se quedó mudo ante mi primer "hola".
Ante todo le pedí perdón por la hora, apenas me respondió con su respiración. Intenté explicarle la razón de mi llamado, pero siquiera había empezado a enroscarme en mis palabras cuando me paró en seco y dijo: "Es muy tarde, y no creo que vos y yo tengamos nada que hablar".
Uh, directo al corazón.
Mis ojos se empañaron, se me hizo un nudo en la garganta y no pude contestar nada. Tragué saliva y tiré: "Perdón", y corté.
No lloré. No porque no tuviese ganas - me sobraban - pero no me salía ni una lágrima.
Es un problemita de años: padezco de discapacidad emocional.
No acierto jamás dolor con llanto.
Me puede suceder algo terrible que apenas me estremece en ese instante... y un año después, de la nada, porque vi una publicidad con un nene y un cachorro tiernos, largar un torrente irrefrenable que trae, cual avalancha, vaya uno a saber cuánta cosa.
Es horrible, pero soy así.
Mi cabeza no supo detenerse y el sol ya brillaba fuerte cuando me sonó el celular. Era una de mis amigas capitalinas que no veía hace tiempo; quedamos para merendar.
Creo que dormité un par de horas, hice terapia telefónica con Loli, me pegué una ducha quita penas y me fui a revertir mi día con una rica merienda y una gratificadora charla.
Con mi amiga me despejé un montón y me focalicé por un rato en otros asuntos... hasta que el destino metió la cola!
No, no me crucé a Juan... pero le pegué en el palo.
Me subo al colectivo, de regreso a lo de mis padres, y veo sentado a un amigo que hace mucho, mucho, no veía. Nos estrujamos en un abrazo y yo me le quedé prendida como garrapata, como si tratase de un guiño indicador de algo...
Mi amigo Tobías es practicamente un hermano para Juan.
Ay, el azar, el azar... ese loquito!
Al enterarse que me quedaba un tiempito en Buenos Aires, y después de varios "no te lo puedo creer", de mi parte y de la suya, ante la puesta al día de dimes y diretes, quedamos de organizar algo para vernos con todo el grupo.
Mientras bajaba la adrenalina de la emoción, un pensamiento se deslizó como un fantasma sobre mi cabeza: podía que Juan no concurriera a ese encuentro, que decidiera no aparecerse; pero si lo hacía, yo tenía que accionar, tirarme a la pileta e ir hasta el fondo, para poder ver si nosotros teníamos salvación.
"Voy a callar / Voy a negarte / Voy a ocultarme en mi dolor / Si te hace bien / puedo intentar / ser invisible un tiempo / para ayudar"...
Continuaba cantando la balada del uruguayo, con la compañía de mi amigo Tobías y su teclado, sentados en el patio de su casa, ante la mirada atenta del resto de la manada amigueril, que meneaba los cuerpos al ritmo de la melodía.
Encontrarme con personas que supieron ser tan importantes y cotidianas en otro momento de mi existencia, me llenó de sensaciones agradables. Vislumbrar la sombra de Juan entre ellos, me colmó de confusión.
Se cruzaron nuestras miradas y se dio media vuelta, caminando en sentido contrario al mío. Mi impulso inicial fue ignorar eso y seguir concentrada en la conversación de la que participaba.
No pude. Se me atragantó la siguiente conclusión: "Ok, no tenemos nada que hablar, estás enojado por nuestra despedida poco feliz, entiendo. Qué viniste a hacer acá, a una comida que se arma para verme? Ah, no, harta del jueguito de la histeria, harta estoy, estamos?".
Eyectada por esa idea, voy a su encuentro. Lo encaro solo, en un pasillo, acorraladísimo. Sin titubear, le hago ese planteo, y me arruina las hipótesis posibles con su cruda y realista - y jamás vislumbrada por mi - réplica: "Nos juntamos todos los viernes a comer pizza a la parrilla en lo de Toto, los invitados van variando, no hay necesidad de anunciarlos... No me advirtieron de tu presencia, sino no venía".
Uh, uh, y recontra uh!
Todo mal o me parece a mi?!
Tragame tierra. Quiero ser invisible. Rewind, rewind, rewind!
Juan se retiró de escena y yo me quería morir muerta.
"Porque para tu amor / no me queda más tiempo / se lo llevó el viento / junto con mi aliento"...
No me permití quebrarme. Se me tambaleaban un poco las estrofas, pero mantuve la alineación a la vez que fijaba mi miopía en la atención desatendida de Juan, apoyado en un macetero, escondido hacia el final del pequeño tumulto.
Después de su honestidad brutal, quedé tildada un buen rato, sentada en la escalera del living. Tenía todos los patitos desordenados, diciendo "guau" en lugar de "cuac". Me dirigí hacia el baño y entré sin golpear, dispuesta a darle rienda suelta a mis emociones pachuchas.
Juan se lavaba las manos... literalmente, digo, estaba en el baño enjuagándose el jabón. Se sorprendió. Yo también.
Cerré la puerta detrás de mi y arranqué: "Sinceramente no entiendo tu actitud. Tanto melodrama, tanto enojo. Está bien, convengamos que la última vez que nos vimos te eché de mi casa... y ponele, de mi vida. Pero no me parece tanto arrebato de tu parte. No es como que te rompí el corazón o me porté como una hija de puta con vos o algo así. Vos y yo no eramos nada concreto, nada sustentoso tampoco como para que me trates horrible después de aquella discusión...".
Estaba dispuesta a seguir tiroteando a Juan con mis palabras, pero su mutismo indescifrable me estaba distrayendo de mi discurso. Frené de golpe y lo miré fijo un instante, como tratando de entender, y le pregunté: "Qué te pasa, Juan? Me queres contar?".
Se mordió los labios y lanzó: "Qué queres que te diga, Manuela? Qué queres escuchar? Qué explicación te puedo dar si tenes todo tan claro... Vos y yo no fuimos nunca nada, no somos nada. Fui un tipo más en tu vida, uno más para la listita. Yo pensé otra cosa, quizás, quién sabe. Pero, vos estás muy segura que yo quería lo mismo que vos, todo el tiempo...", se le escapó una suerte de suspiro retenido, tenía un aire de indignación y bronca.
Yo no tenía ni la menor idea dónde estaba parada, por dónde venía esto... Juan había sufrido por nuestra ruptura?! Sencillamente, no podía imaginarmelo. Pero, algo había...
"Sabes, qué? Vos no tenes cara, nena. La verdad, no tenía ganas de verte ni hablarte ni escucharte... No puedo creer lo que hiciste... Usarme así... Fue premeditado, digo, por no haber registrado hace años aquella posibilidad entre nosotros?!", Juan hizo una pausa después de ese vómito de reproches y yo estaba más perdida que Colón cuando descubrió América... De qué estás hablando, Willy?!
"Qué me pones esa carita de desorbitada? Manuela, escribiste todo sobre mi en una página en internet", continuó con un tono más abajo. "Es un blog", lo corregí... Lo corregí, por favor, soy un desastre! Me regaló su mejor peor cara y exclamó: "Lo que mierda sea! Pusiste un montón de cosas mias y tuyas, nuestros encuentros, lo que te decía... y lo leyó cualquiera, entendes? Quién carajo te dio el derecho a hacer eso?!", su voz dejaba de ser agresiva para sonar más bien dolida... Y yo me sentí una mierdita.
El silencio nos abrazó un rato. Había tanto que quería decir y no me salía el habla...
"La lala lala / La lala lala / Te regalo esta melodía / para que recuerdes que / te quiero de verdad..."
Trataba que cada estrofa viajara desde mi alma hasta la de Juan, pero parecía que no llegaban. Pretendía abrazarlo verso a verso, hacerle ver mi intención...
"Yo... yo no me puedo borrar todo lo que leí. No sé qué pensar de vos. Contra todo pronóstico tuyo, a mi... me pasaban cosas...", se interrumpe ahí, da la sensación que tiene algo más que decir, pero sale del baño y me deja sola... sola con toda mi soledad inmensa, que pesa más que nunca. Se me llena de vacío el pecho y algo que raspa sube por mi garganta. Lloro. Lloro desconsoladamente.
"Ya comprendí / Todo esta mal / Y que de aquellos besos / no tendré más..."
Es dificil cantar con los ovarios en las amigdalas, descubrí, pero no imposible. Creo que tiene que ver con eso de que "la voluntad mueve montañas". Todos mis afanes estaban a disposición de que Juan entendiera mi sentir y desde ahí es que mi voz se arrastraba.
Estuve un largo rato encerrada en el baño a puro dolor. Se me escabullían unos quejiditos tipo espamos, horrorosos! Me recompuse a fuerza de mentalizarme en que si me demoraba mucho más y al salir lo hacía con la cara colorada como un tomate, me iba a desmayar de vergüenza: sólo se pueden dilucidar dos opciones: o estaba llorando... o cagando! Una genera preguntas, la otra una especie de repulsión...
En fin, la cosa es que di una bocanada de aire profundo y me dirigi al patio.
Me salió al cruce Tobías, insistiéndome que tenía que cantar algo con él, que era algo así como un bautismo tradicional de estas reuniones y, además, como todos ya se habían encargado de gastarme por mi consagración musical en las islas, no me podía negar!
En vez de elegir una que nos sepamos todos, no, la piba se tenía que enroscar...
Me decidí por una que transmitiera lo que me estaba sucediendo, lo que quería gritarle a Juan en medio de esa reunión - pero ya no me animaba.
"Porque para tu amor / no me queda más tiempo / Se lo llevó el viento / junto con mi aliento..."
Yo insistía, pero Juan... ya no estaba.

domingo, 19 de febrero de 2012

DE COMO DESPEDI EL 2011 Y RECIBI EL 2012 - CON DELAY

"Guereli Paichu soufa / Guereli Paichu mama / Guereli Paichu prehue".
Quedense tranquilos: no estoy hablando en un dialecto extraño sumida en mi locura... aún no.
Se trata de una de las estrofas de la canción que más le gusta a José de Catupecu Machu; y su parte favorita es el otro único fragmento de la misma: "Parate Polaco Jose / Parate Polaco Jose / Parate Polaco papariche"... que se repite con el anterior, una y otra vez!
Entiendanme, no tengo nada en contra de "La Polca", dicha melodía de Catupecu - de hecho fue la primera que escuché de la banda, allá muy lejos, un verano perdido en los recuerdos, de la mano de un chico que me gustaba mucho, así que está entre una de mis más queridas -, pero teniendo estos muchachos tantas letras que te dan vuelta la cabeza y una potencia musical tan extrema, sentir esta su más espectacular creación... bueno, qué sé yo, yo qué sé... allá cada uno!
Habiendo escrito: "Conciente de mi inconciencia me creo sin fin / Y subo mucho más alto que ayer / Llego al extremo, lo paso y empiezo a sentir / que con los ojos cerrados se ve", y sonando como suena "Y lo que quiero es que pises sin el suelo" - esta, una de mis prefe -, no? Igual seguis eligiendo la otra?
Lo peor no reside simplemente en esto, por supuesto.
José continuaba su discurso con la aclaración de que su atracción hacia esa lírica se debía pura y exclusivamente a dos motivos: la banda había cumplido su cometido de que nadie, literalmente, entienda el significado de lo que dicen; y además, pronunciaban su nombre.
Le encantaba condimentar nuestras charlas con su ironía.
Pensaba que Catupecu intentaba tener algo del aura de Los Redondos o Sumo haciéndose los rebuscaditos a la hora de decir algo...
"Abro el costurero, busco y salgo a descoser", coreaba mientras lo hacía escuchar la canción que antes mencioné, y retumbaba su risa socarrona en toda la casa; le daba un sorbo a su fernet 70-30 y proseguía: "Quién es? La costurerita que dió el mal paso?", y volvía a reir, para culminar: "De qué se supone que está hablando?"...
De lo que cada uno interprete al escucharlo, nenito, como todas las canciones del universo mismo!
Ay, cómo me fastidia la gente que cree tener superioridad musical! Me revientan aquellos que critican a mansalva y con saña toda la música que no les gusta! - yo sé que me vivo burlando del reggeaton, pero lo hago dentro de un contexto, jamás me pondría a decirle a alguien que lo disfruta que su gusto me parece una mierda! No lo comparto, pero eso no me da espacio para insultarlo, innecesariamente...
Mi papá siempre me decía: "No se dice qué asco, se dice a mi no me gusta"!
En fin, me estoy yendo por la tangente, y apenas arranqué a escribir lo primero que pensé fue en ser breve... jajaja, claro, ponele! Eshhhhhh imposhible!, diría una gran amiga.
La cosa es que hablo de José porque José siguió estando, apareciendo, siendo - sobre todo fue más de lo último que otra cosa... se zarpó un poquito con eso de "let it be" y "ser o no ser" y tópicos relacionados y... "hola, a ver, cómo te lo digo, no estás siendo el más fácil de los seres y me estás fastidiando un poquito con tanto yoísmo, sabes?", escupí una noche que se despachó con Tarantino y Almodóvar... no, chiquito, ubicate estamos?!
La vida para José se trataba de eso: todo lo que no me cabe, es una porquería!
Habíamos conformado más bien una relación de amistad, con ciertos derechos a roce... algo así.
Es que yo trato de hacerme la superada en ciertos aspectos, pero no me termina saliendo.
Y si, yo no podía dejar de pensar en Juan... inagotablemente... ufa!
Y mi cabeza y mi cuerpo no pueden permanecer separados demasiado tiempo... y, se va el pibito que hay en mi y aparece la nena - y sí, en algún momento tiene que asomarse.
Quizás que me desboqué esa noche de lucha cinéfila con José, pero todo pasa por algo y lo nuestro no tenía que ser...
Algo que confirmé cuando para navidad cayó de visita la ex mujer del susodicho, con niño a cuestas - declarado ante mi, previamente -, en plan fiestas familiares... y ahí está, todavía, muy tranquilita tomando mate, instalada en el placer de la reconciliación... Y bue... Que tengan la mejor de las suertes!
Yo, por mi parte, hice nochebuena ultra tranqui, comiendo con dos amigos isleños que estaban colgados - en todo sentido -, aprovechando que el clan familiar andaba disperso por diferentes lares... Comidita rica, charla amena, risas perfumadas... Buen plan, sin lugar a dudas.
No pude huir de mi abuela y mis tías al mediodía siguiente, pero di una vuelta de tuerca y fueron ellas las invitadas a mi morada - carente de toda señal navideña: "ay, Manuchita, siquiera decoraste algún arbolito", coreaban horrorizadas por mi falta de espíritu jingle bell...
Me queman un poco la capocha, pero me arrancan carcajadas, también. Fue lindo compartir con ellas.
Mis padres y hermanos seguían cada uno por su lado y pintó el año nuevo improvisado.
La noche del 31 me sorprendió emperimpollada y en medio de una fiesta ajena, en compañía de viejos amigos de mi antiguo trabajo, con Mariano a la cabeza del grupo... chupate esa mandarina!
"Sí, fui infiel / sí, fui cruel / fui pendenciero, inconciente y tantas otras cosas // Y sin embargo quiero significar cuánto más te puedo dar // No me abandones hoy mi vida / No me abandones todavía", interpretaba Kevin Johansen con esa voz que te baja los calzones y Mariano caminaba de un lado a otro del parque en el que estabamos, subiendo y bajando la mirada hacia mi...
Y yo qué hacía?
Borraba de mi memoria todo rastro de lo imbécil que fue conmigo este cachivache profesional!
Le sonreía cual tarada mientras él se meneaba, con la gracia de quién no sabe bailar ni le interesa, al ritmo de "Dame otra chance con un poquito de romance / y una buena performance para que te canse" y se sonreía con su carita de "tengo la certeza que esta noche nos vamos juntos"... Nooo!!!!
Me armé de estrategias varias para esquivar un momento a solas con él. La música no ayudaba... ni el clima... ni el complot interno que se estaba presentando entre lo que analizaba y deseaba... Un garrón!
"Parece que no, pero sí / No te miré, pero te vi / Ay, si pudieras ver lo que no demuestro / Ay, si la vieras / La procesión va por dentro", desentonaba yo entonada por varias copas de champagne y bailaba abrazada a uno de mis amigos bajo el seguimiento del par de ojos chinos de Marianito.
Sé completamente lo que va a pasar: me voy a dar un atracón! Siempre es el mismo esquema, la misma ecuación... lo que varían son las X y las Y... pero es el mismo problema!
Primero viene la negación, el intento desesperado de detenerse a uno mismo, de venderse eso de que uno es fuerte y puede.
Falla, indefectiblemente.
Y ahí se dispara la ansiedad mental, se despiertan las mil y una instántaneas de cómo se va a disfrutar el motín preciado - sea este un chocolate o un hombre.
En ese momento, se precipita uno al mísmisimo atracón en sí. Devora el momento, casi sin goce alguno. Uno se atora a medida que aún hay destellos de discernimiento... y eso no puede caer bien nunca!
El malestar se hace presente - uh, ese es el peor instante de todo este recorrido!
Qué hice? Por qué?
Desaparecer no siempre es posible, aunque se desee con todas las ganas.
Le abrimos paso a la Culpa... y colorín colorado!
Es un círculo vicioso, reiterativo, insoportable... pero no hay caso, che, hay cosas que no se aprenden.
Yo me conozco... soy una pelotuda! Oficial, graduada, 100%!
Mariano se merecía un buen sermón de mi parte, o un tirón de orejas, o una patada bien dada en las p... pero, eso no iba a suceder, obvio... Iba a caer, como mosca!
Se acercó lentamente y me agarró con poco disimulo de la cintura. Me habló bien cerca al oído, no entendí qué susurró, tampoco me importaba. Me respiraba pegadito al cuello - sabe que eso me pone fuera de mi. Y se alejó con su gesto de partido ganado.
Yo estaba estupefacta. Ni pestañaba.
Qué básico sos, flaco! Tan, tan que cómo que no, no? Me aburro al ya tener todo descifrado.
Como ya dije: todo pasa - o no - por algo.Hay que leer correctamente las señales.
Un par de amigos se iban y ofrecieron llevarme y no lo dudé un segundo, fue como una especie de instinto de supervivencia: me fui con ellos... dejando a Mariano calentando los dos porrones de cerveza que había ido a buscar para sellar su rutinita de conquista!
Me fui con la sensación en el pecho de haber cumplido con uno de esos cometidos que me propongo en la listita de cosas para hacer en el nuevo año que se me cae encima.
Amanecí en el departamento vacío de mis padres - no iba a regresar a mi casita isleña, lógicamente -, con un nuevo compañero que iba a desplazar feo a esa molesta de Culpa: Orgullo!
Orgullo es sonriente, rosado y rechoncho. Me cae de bien, es tan lindo!
Claro, Culpa no se iba a ir así nomás, sin dejar rastro... Me dejó una resaca horrible de souvenir!
Pero igual festejo y canturreo inyectada de felicidaT:
"Si no te pido nada / Si no te pido nada / Si no te pido sabes por qué yo sé bien que no queda más nada / Si no te pido nada / Ya no me expliques nada / Yo sé que cuando muere un amor / sólo queda llorar en la almohada / Y no me voy a quedar alucinando tal vez que tú regreses / Estoy de acuerdo con vos / que todo tiene el final que se merece / Yo sé que mi tiempo es hoy / como dice mi analista / que no vale proyectar mi culpa hacia los demás / No hay que ser tan pesimista".
Bienvenido, 2012, bienvenido.

jueves, 22 de diciembre de 2011

PIENSO, LUEGO EXISTO... Y LUEGO, QUE?

Mi mente necesita crear constantemente. Se duerme, sino. No se halla haciendo otras cosas.
Pensar, piensa. Incansablemente. Pero, no encuentra en eso satisfacción, por el contrario, la invade un halo de nostalgia crónica, una especie de laberinto interminable que la conduce al borde de la ansiedad, esa perra maldita. Se enreda en detalles y en un sinfin de preguntas sin respuestas, haciéndome caer en un abismo del que me cuesta salir.
La pobrecita, claro, después no tiene ansias ni fuerza de voluntad para ponerse ya en plan analítico de las cosas prácticas para las que se la suele utilizar. Con esfuerzo, cubre al menos las básicas, esas que casi funcionan por inercia, como acordarse de respirar y tomar los recaudos mínimos para sobrevivir al día.
Ya no le pidan que comprenda lo relacionado a la economía o al funcionamiento de lo tecnológico, y jamás de los jamases intenten que entienda todo ese asuntito de las injusticias o las vanalidades.
En cambio, cuando mi mente crea... se siente libre como nunca... capaz de volar!
Ríe, llora, odia, ama. Se pinta de colores y se perfuma completa. Canta y baila sin parar. Se pone alegre y gira como un trompo.
No importa el tamaño o el estilo de la creación.
Ella fluye como un niño corriendo. Aprendiendo en cada paso. Investigando los nuevos misterios. Sorprendiéndose con la magia maravillosa del hacer lo que para uno verdaderamente vale la pena!

martes, 13 de diciembre de 2011

JOSE, EL CARPINTERO

No es porque se acerca la navidad y me puse religiosa y se me da por contar la historia del padre adoptivo de Jesucristo...
Este carpintero llamado José no creo que acepte tan fácilmente el hecho de que un día venga su novia de turno y le diga: "hola, estoy embarazada... es del espíritu santo".
No, un tipo que su frase de cabecera cuando se habla de fe es: "yo creo en mi"... Como mínimo se le caga de risa y le contesta: "me viste la cara?! anda, que te ayude a mantenerlo la paloma blanca".
Antipático, huraño, desaliñado... así lo percibí la segunda primera vez que lo vi.
Poco tenía de la sonrisa amable y el gesto bueno de su tocayo de la biblia... pero, como yo no soy fana de ese libro, me cayó más en gracia este carpintero de carne y hueso y malhumor casi constante.
Jose (sin acento en la e, así lo llaman, así se presenta) es un vecino isleño. Su casa está bastante alejada de la mía y la descubrí una mañana, muy temprano, que me había desvelado y salí a remar para pasar el rato.
Perdida entre árboles, su cabaña es preciosa... y ahí estaba yo asomando el hocico, chusméandola cuando mi miopía hizo foco y vio una figura sentada en el umbral, que se incorporaba en actitud de pocos amigos. En un movimiento brusco, que casi me lleva al agua, me senté en mi botecito, me acomodé toda nerviosa y remé lejos de ahí.
Ese fue el primer avistaje.
La segunda vez, yo venía río abajo con Chave. La figura desfocalizada tomó forma de hombre y estaba sentado en su muelle, tallando una pieza pequeña. Intercambiamos miradas, le sonreí a modo de saludo cordial y él bajó la vista. Ah, bue... quedamo así, macanudo!
Averiguando un poco supe su nombre, profesión y que no estaba muy desacertada con los tres adjetivos que usé en un comienzo para describirlo.
Una tarde me lo crucé en la biblioteca. Yo había ido a llevar unos libros que había conseguido para donar y José colocaba unos estantes. Apenas me divisó me regaló una mirada gélida y giró dándome la espalda por completo. Esta vez, yo le devolví el gesto con mi mejor cara de culo y pasándole por al lado como si fuese un mueble.
Así tuvimos unos cuantos encuentros. Nos faltaba mostrarnos los dientes y gruñir.
Pero... así y todo, a mi me parece que me gustaba un poquito. O tal vez, precisamente era por eso... No, si yo no aprendo más! Cuánto más difícil y complicado, mejor! Quién me manda, eh?! Quién?!
Esto se sucedió una y otra vez, y cada vez me atraía más. Me encontraba pasando frente a su casa, aunque me quedara trasmano del mundo, practicamente a diario. Si pasaba y no estaba, me ponía como un nene caprichoso: refunfuñando y pataleando, inclusive. Era una adicción. Necesitaba su mirada agria por alguna razón.
Todo esto hasta aquella noche de canciones en la que se apareció Juan y ocupó mi atención casi por completo... Digo casi porque, incluso durante esa velada, estuve atenta al semblante adusto de José, que acodado en el rincón más recóndito de la barra contemplaba las distintas situaciones.
Cuando me encontraba sentada en el muellecito del chiringuito con Juan, charla que te charla, José salió en retirada. Yo levanté la vista y él la mano, a modo de saludo, y esbozó: "chau"... Me caigo y me levanto: es como yo digo, son de manual... todos, isleños, venidos, de tierra firme... de ma-nual!
A pesar de que Juan ocupó mis días y mi cabeza a partir de ahí, yo no dejé de pasar, cada vez que tenía ocasión, por la morada escondida de José.
A veces me sentía culpable, como si le estuviese siendo infiel a Juan, por ir a recoger un "hola" o una sonrisa de costado o un cabeceo o un movimiento de mano de José (a eso se reducía toda nuestra comunicación). Pero, a veces, a veces me sentía plena con tan sólo un ademán agradable del carpintero... A veces me sentía patética, claro está!
Una vez que invité a Juan a irse de mi casa, y en la medida de lo posible de mi vida, José no rondaba en mis pensamientos. Estaba demasiado ofuscada con uno como para ya arrancar a hacerme lío con el otro...
Pero... siempre hay un pero en mi... hace un par de atardeceres, "pasó lo peor" (como diría un amigo mío, buscador de giros en las tramas)... venía remando, cerca de lo del carpinterito, y zacate: se largo un chubasco terrible; el río se puso como loco y mi bote parecía un cascarón de nuez meciéndose dentro de un inodoro en descarga. Para colmo, el cielo se puso negro y mis ojos con muletas no estaban pudiendo ver absolutamente nada. Perdí noción de dónde estaba... y como que un poquito me empecé a desesperar... cuando de repente escucho un chiflido fuerte y vislumbro una lucecita que se movía de un lado a otro... Una voz gruesa y potente gritó: "trata de acercarte hacia acá, gira el bote y rema de espaldas, que yo te amarro". No sé cómo hice, pero lo hice. De un momento a otro, el barquito dejó de estar a la deriva y se sintió más firme.
La luz de la linterna no me dejaba descubrir a mi salvador. Sentí su mano mojada sostener la mía para ayudarme a bajar y recién cuando lo tuve frente a mi nariz me di cuenta que era Jose. Mi cuerpo empezó a temblar y se me agitó la respiración. "Estás bien?", preguntó. Yo sacudí la cabeza como respuesta. Sin soltarme, me condujo en la oscuridad.
Entramos a su casa, que estaba en penumbras. "Se cortó la luz", dijo y prendió unas velas. Yo permanecía en un silencio autista. Me trajo un toallón y me empezó a secar el pelo bruscamente. "Segura que estás bien?!", insistió. A mi no me salían las palabras y asentí pestañando. "Secate, que te voy a traer algo para que te cambies". Mis movimientos estaban realentados y el corazón estaba a punto de salirse de su lugar. Jose volvió en cuero y yo me lo quedé mirando fijo, como una marmota. Se me entrecortaba el aire. Él decía algo sobre la ropa que me estaba dando e iba y venía como un trompo. Yo tenía los pies pegados al suelo. "Estás helada", mencionó mientras refregaba sus manos sobre mis brazos húmedos. "Por qué no te das un baño para sacarte el frío?". "Bueno", al fin habló la mudita...
Mientras me duchaba, imaginé mil cosas que decir al salir. Sólo me salió un "gracias" escueto y escuálido. Jose me retrucó con una sonrisa cálida y una taza caliente de té con miel.
Permanecimos en silencio un largo rato, escuchando la tormenta caer sobre la isla. Hubo miraditas reciprocas, que luchaban por no quedarse petrificadas. Risitas inquietas y sonrisas varias.
Finalmente, surgió la conversación. Básica, muy del estilo "nombre y colegio" de Feliz Domingo, pero agradable.
José es hosco, definitivamente, pero intenta ser afable, aunque no le salga naturalmente.
La lluvia se fue como vino y yo me escapé junto con ella. Volví a agradecerle por los servicios prestados, prometí devolver el pantalón de jogging y la remera que me vestían ridiculamente, y me fui rema que te rema silbando bajito.
Esta mañana pasé a dejarle la ropa y compartimos unos mates. La charla fue un poco más profunda y los nervios menguaron bastante. Me devolví a casa cuando el salió a realizar un trabajo...
Y acá estoy, escribiéndolo también a él... Uno más que se suma... o resta?!
Ay, Manuelita, Manuelita... este chico tiene todos los ingredientes para darte una pataleta al hígado!
Y si, es oficial: Jose me gusta... mucho!

viernes, 25 de noviembre de 2011

UNA COSA ES UNA COSA Y OTRA COSA ES OTRA COSA

Según Meme: frase de Panigasi. Según Juan: de Zitarrosa.
Por esa pequeñez saltaron varias cosas… tantas cosas!
Qué difícil “ser” con alguien más, qué complejo es el arte de compartir la cotidianeidad.
De niñas nos enseñan todo ese circo del príncipe azul y los cuentos de hadas.
De grandecita una tiene que aprender, de golpe y porrazo, la verdad oculta de por qué esas historias terminan con frases hechas…
“Y vivieron felices por siempre”… claro, nadie se queda a ver si eso es cierto…
Nadie revela que el adorado amor de la Cenicienta después la hacía fregar mientras él miraba el partido, o que el amado de Blancanieves, tan agradecido con los amigos enanos, después tenía ataques de celos cada vez que su chica tomaba algo con ellos… eso no lo ponen en ningún libro.
Es obvio que las crudas verdades no venden tanto como las falsas ilusiones.
Y una va por el mundo pensando que cuando llegó a “y comieron perdices”, la vida está resuelta, ya está todo listo, se acabaron los problemas.
Noooooooooo!!! Wake up, despertate queridita!!!
Ahí todo recién comienza.
Porque hoy comes perdiz y mañana quiere que le cocines otra cosa y si de repente le avisas: a mi no me gusta cocinar!, te mira como bicho raro. Y si atinas a esbozar: cocina vos… Preparate!
¿Se entiende la metáfora culinaria?
Juan comenzó siendo una piedra preciosa en mis días frente al río y, de a poco, se fue convirtiendo en una piedra en el zapato.
Los enrosques del día a día se fueron agravando…
La sensación de percibir que Juan no estaba sabiendo muy bien lo que quería, mi poca paciencia para la comprensión de este hecho y mi particular forma de decir las cosas no fueron una buena combinación.
La tarde de Panigasi versus Zitarrosa empezó como una pavada y terminó como una batalla.
Yo sé que se dice siempre que las minas somos complicadas… pero, quién hizo ese análisis?! Supongo que alguien que no conoció, por lo menos, a este hombre!
Por favor, que manera de dar vueltas…
Yo llegué a una conclusión en medio de la discusión y no tuve mejor idea que expresarla en voz alta: “Uh, nenito, vos sos el típico pibe playstation… el clásico pendejito que le decis: vamos a jugar a la pelota al parque? Y te dice que no, pero después se queda jugando tres horas a la pelotita virtual… sabés qué? Yo no funciono con joystick”.
Agarré los dos petates que Juan tenía en mi humilde morada, se los arrojé y con mi mejor miradita de odio lo invité a retirarse.
Así no, así no…

martes, 20 de septiembre de 2011

COSA ´E MANDINGA (O CUANDO LA REALIDAD SUPERA LA FICCION)

En toda telenovela los protagonistas tienen una balada característica… esa que entrelaza sus escenas, que suena según la intensidad de la situación y funciona como lei motiv a la hora de la secuencia de recuerdos…
Y si bien lo mío es más una comedia de situaciones que un culebrón, y ya con Juan tenemos un abultado prontuario melódico, creo que la noche de nuestro reencuentro podría haber arrancado siendo musicalizada con Paulinho Moska entonando:
“Yo estoy pensando en ti / Pensando en nunca más / pensar que te perdí…”
De hecho, yo estaba cantando esa mismísima estrofa y levemente pensando en él, y cuando lo vi, pensé: “Uh, el aislamiento ya me está afectando el cerebro. Veo gente muerta”.
Dejé pasar dos segundos, pero lo seguía viendo y me empecé a asustar un poco. ¿Estaré esquizofreinando?
Cuando mi voz tintineó: “… pensando en ti me siento bien…”, y él se mordió el labio inferior, me agarró el Panigazzi en el medio del pecho.
Me costó seguir con la canción, sobre todo cuando vi que interactuaba con otras personas.
Mierda! Estaba ahí, era real.
Sentí que se me aflojaban las extremidades y los ojos se me llenaron de lágrimas… (“y el culo de preguntas”, como bien acotaría una amiga mía).
Qué hace este pibe acá?!
Qué hago yo acá?!
Les cuento, la cosa es así: mi nuevo estilo de vida me permite tener mucho tiempo libre, de ocio si les gusta más… a mi me gusta decirle “libertad”… y esos espacios se van llenando de diferentes sensaciones que yo había ido dejando al pendiente para vaya uno a saber cuándo… Y entre esas cosas, estaba el canto.
Siempre quise tener una gran voz, pero no siempre se tiene lo que se quiere (no, en serio?! me jodes! ejue!)… pero, lejos de cercarme en ningún parámetro de perfección, con el tiempo descubrí que mi voz no estaba tan mal y que podía permitirme jugar a ser “cantora” algunas veces.
Acá en la isla son muy melodiosos y nos fuimos contagiando los ritmos, compartiendo las letras… Y me fui animando, despacio… Y me puse a practicar un poco, con algunas personas que se juntaban a tocar, para poner en forma a mis cuerdas vocales.
Los fines de semana hay un chiringuito (lugar en donde sucedió el “encuentro”) que le pone toda la onda, al que suelen ir, primordialmente, los isleños.
Es habitual que se den episodios artísticos improvisados sobre uno de los rincones del lugar… Alguien que se anima con la guitarra, algunos con instrumentos de percusión…
Muchos de esos alguienes y algunos son mis nuevos amigos, quienes me vienen intentando persuadir para que cante algo alguna noche.
Finalmente, se había organizado una suerte de fiesta-peña para juntar dinero para la biblioteca de la zona, y se armaron grupos para realizar diversas representaciones.
Mis adorados camaradas ejercieron presión y, además, me impulsaron anotándose todos a interpretar algo. Con uno de ellos, me decidí a hacer un dueto.
Elegimos “Pensando Em Voce”, un tema de Moska, cantor brasilero que encántame! La realizamos en su versión en castellano, of course… Ya suficiente papelón es cantar con público, encima en otro idioma… olvídalo!
Dimos vueltas hasta dar con el tema indicado, pero insistí con este; primero, porque me siento cómoda con el tono (grave, de hombre, claro, porque mi voz lejos está de parecerse a los aguditos de Valeria Lynch) y, segundo, porque decía mucho de lo que estaba queriendo exorcizar!
Beto, mi partenaire, me dio la derecha y ahí estábamos los dos, arriba de una tarima… Él, guitarra en mano; yo, corazón en boca…
“Ahora estoy pensando en ti / pensando en nunca más / dejarte ir…”, coreaban mis labios… y mis piernas temblaban y mis ojos se clavaban al suelo…
Por fin terminamos y, después de un cálido aplauso y el saludo de rigor, hice lo posible por escabullirme del cuadro…
No me resultó!
Juan me salió al cruce de la nada… de la nada, como había aparecido ahí… como un espectro!
No pude modular palabra cuando se me paró enfrente, se sonrío y me tiró uno de sus “hola” que me dan cosquillas en la panza… Me agarró la cara y yo me visualicé derritiéndome, cual Amelie, mientras sus deditos cannabicos acariciaban mi mejilla…
Por favor, cómo me gusta este pibe… No puede serrrrr!!!!
El tema con él es que siempre me genera las mismas ganas de querer abrazarlo fuerte contra mi como de querer salir corriendo… Qué difícil, qué difícil!
Yo podía ver que Juan movía su boca. Hasta podía llegar a percibir las palabras volando en su aliento, chocándose con el aire frío del afuera. Podía, incluso, escuchar los sonidos que emitían las letras al enroscarse unas con otras. Pero, por más esmero que pusiera, no estaba pudiendo entender lo que me decía.
Tenía la Super Final de Torneos de Karate en mi cabeza!
Sentí que estaba en uno de los trucos fallidos de Tu Sam y que por más que chasquearan los dedos no me iba a poder despertar.
“Ey, ni siquiera me vas a decir hola?!”… mi tímpano se destapó dejando llegar hasta mi cerebrito la encantadora voz de Juan!
Reaccioné y atiné a sonreír, abrazarlo y musitarle un tanto entre dientes: “Qué haces acá?!”.
Él me estrujó un poco más, dejó escapar algo parecido a un suspiro y contestó: “Vine a tocar con unos amigos”, como si fuese la respuesta más obvia del universo!
Acá?! Justo acá?!
Aparentemente.
Conseguí tomar distancia un momento del susodicho, que se preparaba con su gente para su cantata.
Me acerqué al tumultito que conformaban esa noche mis amigas insulares y solamente dije: “Ese, es Juan. Mi Juan”.
Lógicamente, este muchachito ha sido motivo de charlas tantas en nuestras reuniones de nenas y todas están al tanto de los vericuetos que pasé para intentar olvidarme de él… Así que la sola mención de su nombre revolucionó el gallinero, con el mayor disimulo que sus emociones les permitían.
“Cosa ´e Mandinga”, sentenció Mili, una de las artesanas del grupo y nuestra gurú espiritual… y todas asintieron.
Y creer o reventar… y yo casi exploto cuando reconocí los primeros acordes de “Fusión”, de Jorge Drexler…
Qué se hace en estos casos?! Por el poder de los Gemelos Fantásticos actívense… en forma de qué?!
Juan estaba “más lindo que nunca” (como diría Jorge Hané)… Y yo no podía sacarle la mirada afiebrada de encima… Repito: Qué difícil, qué difícil!
La velada seguía con su musicalización (ni si nos hubieran editado habría quedado tan exacto!): “¿Cuánto de esto es amor? ¿Cuánto es deseo? / ¿Se pueden o no separar? / Si desde el corazón a los dedos / no hay nada en mi cuerpo que no hagas vibrar…”, entonaba Juan sonriéndole con sus ojos a los míos, una vez que los encontró entre los presentes… y así se quedó a lo largo de toda la canción.
Yo tenía taquicardia, por supuesto. Sudaba estilo Niágara. No estaba pudiendo sentir mis dedos, ninguno de los veinte. Cada tanto lograba pestañar, como para ver si eso cambiaba algo. Y me parecía que estaba a cada momento a segundos de vomitar… pero era sólo por la sensación de vértigo que me ocasionaban mis pensamientos corriendo en círculos dentro de mi cabeza.
“Yo sólo quiero que sepas / no estoy aquí de visita / Y es para ti que está escrita esta canción”, culminó Juan su bella interpretación… y sonrío, se mordió el labio (es su marca registrada) y me guiñó el ojo.
¿Alguna vez se subieron a una montaña rusa? ¿Vieron ese efecto que provoca en el cuerpo? Lo mismo. Todos los pelitos del cuerpo… erizados!
Bajó del escenario, saludó y vino derechito hacia mi… eso sí, mirando hacia abajo. Cómo son!!! Gallito de lejos, de cerca…
Dijo un “hola” tímido a mis acompañantes y uno casi susurrado a mi. Se mordió el labio otra vez y se tomó su tiempo para mirarme a los ojos.
Yo esperé. Su cambio de actitud nos había balanceado. De repente, sentí que podía, quizás, controlarme.
Él sabe perfectamente que a mi no me gana el canchero. Está bajando las revoluciones del latin lover que se le escapó haciéndose el cantorcito ahí arriba. Me doy cuenta. Lo conozco. Y él a mi, por eso está “recalculando, recalculando”.
Finalmente, hizo una morisqueta que terminó con sus ojos posados en los míos y habló: “Todavía no lo puedo creer. Es… ¿Qué haces acá me queres decir?”… se reía algo nervioso, algo contento.
“Yo estoy viviendo acá hace un tiempo ya. ¿No lo sabías?”, doy fe que me parecía extraño que no lo supiera, ya que varios de nuestros amigos en común lo sabían y lo había puesto en mi Facebook, al cual él tiene acceso.
“Me enteré de casualidad hace muy poquito. Qué loco! La isleñita ella” / “La venida”, lo corregí.
Se reía, no podía parar de reírse. Asumo que habría fumado, pero quise pensar que era su emoción saliendo en forma de carcajada. La misma alusión hice por el brillo de su mirada.
Charlamos un largo rato, le conté estilo crónica mis días después de la última vez que nos habíamos visto, él me contó de él. Dijo sentirse orgulloso de ver que yo estaba haciendo con mi vida lo que verdaderamente quería (intentándolo, intentándolo… que no es lo mismo, estoy en proceso de aprendizaje!). Me gustó que lo notara y que lo mencionara.
Ahí me puse nerviosa de vuelta.
El festival estaba llegando a su desenlace y mis amiguetes y yo estábamos a cargo del show concluyente, así que dejé la cháchara con Juan y volví a estremecerme arriba del escenario. Me atrapa el pánico escénico, horrible!! En multitud se reduce un poco igual.
En fin, representamos “Fin de Fiesta”, la canción que Kevin Johansen interpreta con su banda The Nada, cantando una partecita cada uno. Adorable!
“Ya se acabó / Ya es el fin de fiesta / y nace el tan temido qué dirán / Si se fue con él / Si ella se fue con ella / Los que no entregaron ya lo harán / Si la vida es una orgía lenta / lo mejor debe estar por llegar…”, fue mi línea como segunda voz… y, más adelante, me tocó: “… que son cosas que pasan…”!
No, si es lo que yo digo… ni guionado ni editado quedaba así!
Compartimos un porro y una cerveza sentados en el muellecito del bar.
“Hace cosa de dos meses, Pato (amigo de Juan) viene con una onda que le habían tirado en uno de los lugares que solemos tocar, para dar una mano para recolectar plata para una escuela del Delta, supuestamente. Nos contó cómo venía el asunto y nos copamos. Cerramos todo hace dos semanas. Yo venía medio enroscado y no me estaba viendo con los pibes. La semana pasada me rompieron tanto las bolas que nos juntamos. Los chicos hablaban de vos en un momento y sacaron a colación lo de tu “vida en Tigre”. No estaba enterado. Pregunté un poco, debo confesar. Indagué bastante, en verdad. Después, me metí en tu página del Facebook, yo no entro nunca… Ahí pude recaudar más información. Y de repente, me di cuenta que el mismo lugar a donde veníamos nosotros, era exactamente donde vos estabas viviendo… Sobre todo, me lo confirmaste cuando publicaste: “Pánico por el debut del sábado en la feria para ayudar a la biblioteca”. No lo podía creer. Me agarró un ataque de risa nerviosa. ¿Es el destino, una casualidad? Estaba perturbado, por lo menos. Y ansioso. Ansioso de verte… ¿sabes?”, lo expuso todo de un tirón, haciendo pausas para iluminar su sonrisa, darle una pitada al cigarro y volver la mirada hacia mi.
No supe qué decir.
“¿Qué estás pensando?”, preguntó.
Uhhhh… en tantas cosas… en miles, en todas, en ninguna, en nada…
Lo besé. Sí, me frontalicé y lo besé.
Sinceramente, ¿qué probabilidades hay de que esto esté sucediendo? Tantas como de que no estuviese siendo. Las cosas pasan y ya… y pasan por algo. Y nosotros hacemos que pasen, también, de algún modo.
Por eso lo besé. Lo besé a conciencia de saber que eso era exactamente lo que yo estaba queriendo hacer en ese mismísimo instante, sin importar las consecuencias.
Juan me devolvió el beso y no pudimos parar.
Se mato de risa todo el camino en mi bote, repitiendo: “Esto hay que escribirlo” (ah, bueno, ponele… ay, Juancito, si supieras!) y, cuando llegó a mi casa, fue recibido por todo el amor de Chave, que chillaba como una loba… en celo! (ah, no, esa era yo!, por dentro, no me daban las manos para agitar iupis de alegría por este giro en la trama!).
Hice como que le mostraba donde vivía y él como que un poco puede que le interesara, y no pudimos seguir con la farsa…
Revolcón marca Acme. In-cre-í-ble!
La piel, la química… y yo que estaba más caliente que horno de barro, como dicen por estos pagos.
Quedamos tan exhaustos que no hubo espacio para conversaciones ni movimientos mentales. Mejor, imposible!Al día siguiente seguíamos asombrados y buscábamos vocablos para enmarcar este episodio… Ese fue el primer domingo de muchos domingos que amanecimos juntos contemplando el río tratando de dilucidar cómo fue que la vida nos volvía a cruzar… una vez más!