viernes, 8 de julio de 2011

VOLVER… CON LA FRENTE MARCHITA

"Tengo que sentarme y postear aunque sea lo que ya tengo escrito", me levante convencida esta mañana.
Las cosas ya no son lo que eran en mi vida y este blog corrió esa misma suerte...
Cuando escribí la primera entrada lo hice desde la necesidad de decir, de contar, más allá del desafío impuesto por Greta, mi psicóloga... Sentía el apremio de hacer catarsis a través de mi escritura, de mi "poder" expresarme de algún modo...
No es que hoy no lo disfrute ni me resulte terapéutico, sólo que no me hace falta, no me es elemental para seguir andando y entendiendo...
Pongamosle que en estos días me dan más ganas de vivir la vida que analizarla! De ir viendo qué me pasa y cómo lo resuelvo justo en el momento en que las cosas dan conmigo y no antes...
Me siento más liviana, más yo... aunque estoy distinta, aunque sea otra...
En las últimas publicaciones, hablé de los tres hombres que rondaban por mi existencia desde que arranqué esta vorágine de palabras online y dejaba temas al pendiente para una próxima vez... que nunca llegó!
Quisiera no extenderme, quisiera por una vez ser breve a la hora de explicar, de narrar... Concentrarme sólo en lo importante y desechar los detalles a un costado... Es difícil, sobre todo porque pasó mucho y muy desordenado y sin sentido...
Anhelaba tanto irme de ese trabajo que no me complacía en lo más mínimo, o en verdad sí, me complacía en lo elemental: un sueldo más o menos digno, en blanco, con obra social y aportes; buenos compañeros que se convirtieron en amigos y... si me tienen un poco de paciencia, quizás, que le rescato algo más! Pero, ¿podían estas razones atarme? ¿Qué perdía yendome de ahí? ¿Y lo que ganaba acaso no jugaba?
Mientras yo meditaba sobre cuál era la decisión correcta, el mejor plan a emplear o lo que fuere, la empresa decidió "dejarme ir", después de un altercado menor con el imbécil de mi jefe, quién pidió que me invitasen amablemente a retirarme de mi puesto.
No vale la pena entrar en los rincones pestilentes que cercaron toda esta situación. La gente oscura y siniestra de pensamiento, aquellos que se creen algo mejor por estar en un determinado lugar, no son destino posible para mis energías.
La cuestión es que de la noche a la mañana me convertí en "desempleada", un rubro en el que no he tenido ninguna experiencia positiva anteriormente. Nací para ser activa, la pasividad del no hacer me desquicia... God help me! (y a todos los que me rodeen)
Tuve ese primer comienzo del goce, del placer casi vacacional que se palpita al no tener que atenerse a horarios ni estructuras. Me duró una semana y media, con toda la furia.
Después entré en el trance "desperate housewife", dele que te dele limpiando y acomodando todo el día. Insoportable!
No había novedades laborales y la temporada de bajón, no me soporto, no te soporto, no soporto al mundo, me convierto ya en bicho bola, duró bastante tiempo...
Para cuando llegó la época del "agarro cualquier cosa, lo que sea", hubo un problema mayor con el que lidiar: no estaba pudiendo mantenerme... económicamente hablando. Y el destino no me tiraba un centro...
Período de decisiones varias. No time for thinking, just to act! Hubo que improvisar...
En una de las conversaciones más lindas de mi vida, mi querido amigo Puma me invitó a refugiarme entre sus cuatro paredes. Parecía una locura (mi mamá así lo creía; obvio, para ella era más sencillo entender que aceptara el dinero que con mi papá me querían prestar, o que me mudara a su casa - esa si hubiese sido una verdadera cosa de locos!), pero en ese momento no había espacio para las coherencias en mis días, en mis horas, en mis minutos... Irme a vivir con el Puma era lo más sensato!
La convivencia fue buena hasta que dejó de serlo, lógico. Los roces surgieron y me pareció mejor buscar casa nueva que perder camarada antiguo. Roté por hogares amigos y pasé por lo de mis hermanos también, para culminar hospedándome en lo de una de mis primas, recién separada y con un niño.
Resultó una buena ecuación. Los tres nos veníamos bien a los tres. "Dadme un punto de apoyo y levantaré el mundo", citó Greta a Arquímides (porque Greta seguía ahí, a pesar de mi "renuncia" a ella al quedarme sin obra social y con otras prioridades de gastos... "Ya nos vamos a ir arreglando", dijo... y así fue). Mi prima, su hijo y yo eramos una familia moderna, disfuncional o medio rara, pero familia al fin, llena de amor para dar y recibir. Tal vez el afuera no pudiera entenderlo ni verlo, pero era así, doy mi palabra.
El asunto fue el siguiente: mi prima tenía su casa, su auto y su laburo pero ya no tenía a su esposo. Necesitaba alguien que le cuidara al nene, que fuera de confianza, que pudiera estar full time y yo necesitaba dinero, algo con que entretenerme y un lugar para dormir. Bingo!
Mientras todo esto sucedía, yo percibía las miradas a mi alrededor y se me venía una frase a la cabeza: "No te pido que me entiendas, sólo que me quieras"... Repetía esas líneas internamente desde mi infancia cada vez que me sentía incomprendida... aún lo sigo haciendo.
Sé que no soy figurita fácil, no sé porque extraña razón nací compleja, pero jamás le pedí a nadie que me desenmarañe, que me resuelva como un acertijo... Siempre pretendí lo mismo: que me acepten como soy, que me amen aunque no sepan muy bien cómo o por qué... La pregunta es: yo lo aplico? Conmigo misma, digo...
En fin, más allá de los comentarios por las decisiones tomadas, fue un período de reacomodamiento de la mente, de los valores y de las emociones.
Empecé a prestarle atención a aquellas cosas que me gustaban y no solía dedicarles tiempo.
Una mañana me puse a lijar una mesa vieja, que mi prima tenía tirada por ahí. Cuando llegó la noche, había culminado mi primera obra de "amorarte": una lavada de cara increíble para la mesita, que ostentaba su bello collage!
Fue mi primer mueble reciclado. Y no pude parar.
"Muy bien, muy bien. Lavorterapia", coreaban los entendidos.
No sé si era eso. O que finalmente me había topado con algo que de verdad me gustaba hacer...
Una amiga me pidió que hiciera algo parecido con unas sillas de ella, después me encargaron algo más y otra cosa y así fui sumando "trabajitos de artesana", como me gustó bautizarlos.
Esto, junto con otros curritos que fui adquiriendo, infló algo mi economía y, si bien seguí siendo "la chica con cama adentro" en lo de mi prima, ya no recibía dinero por cuidar a la criatura y, de hecho, contratamos a alguien más para que lo hiciera.
Aún no podía levantar vuelo por cuenta propia (o sea, alquilarme algo), pero estaba siendo hora de irme de ahí. No por mi prima ni su hermoso hijo, sino por mi.
Extrañaba mi soledad, mi espacio.
Una tarde todo cambió.
Me hicieron una propuesta disparatada a la que no me pude negar...
Y no es que quiera dejarlos con la intriga, pero la idea era llegar de lo pendiente hasta poder pintar un poco el hoy en una sola posteada y creo que se cumplió el objetivo.
Tal vez estos parrafitos hubiesen sido una entrada particular cada uno, si los hubiese publicado en el momento que iban aconteciendo, pero los tiempos bloggeros son mas tiranos que los televisivos y hay que caer en el resumen de la historia, en la parte de atrás de la cajita de la película… De cualquier forma todas, y cada una, de esas situaciones ya están arraigadas en mi, forman parte de mis recuerdos y, como ellos, pueden aflorar cuando les plazca, escondidas o disfrazadas dentro de otros momentos…
Prometo no prometer que “nos vemos pronto” o “les juro que no pasa de una semana sin volver a escribir”, porque no me gusta andar quebrantando promesas por ay… y si es que no cumplo con lo prometido, los sorprendo y qué mejor regalo, no?! Estoy en todo…;)
Los echaba de menos, debo reconocer.

No hay comentarios: