domingo, 22 de agosto de 2010

INSOMNE

Hace más de dos horas que doy vueltas en la cama.
Y, mientras Chavela ronca a pata ancha, me pregunto: me habré hecho adicta al Calmador?!
No, mentira, ojala esa fuera la inquietud que me tiene despierta…
Pienso lo siguiente:
Juan me dice que mi sonrisa revela mi estado de ánimo, aunque quiera disimularlo.
Mariano que mi sonrisa falsa, mostrando los dientes, es mi marca registrada.
Juan me dice que cuando libero mis rulos de sus trenzas y rodetes, me libero un poco yo.
Mariano, cuando lo hago, me canta: “Hoy hice arroz / Lo hice para vos / Yo soy Diana Arroz”.
Juan me dice que no coma chocolate de noche, porque no me deja dormir bien.
Mariano que si lo como, después no le queme la cabeza con que estoy gorda.
Juan me dice que los tacos me lucen más las piernas que las All Star.
Mariano que caminando con ellos parezco La Lola.
Juan me dice que no me queje tanto a veces de las cosas, que me voy a arrugar joven.
Mariano que cuando me quejo pongo la voz de Patricio, el amigo estrella de Bob Esponja.
Juan me dice que estoy bastante loca.
Mariano me llama “Limona”.
Todas son verdades.
Entre tantas otras que ambos proliferan sobre mi persona.
Sólo que me siento más yo en las que señala Mariano.
Juan no me conoce demasiado todavía y, aunque parece que lo que va conociendo – más allá de lo bueno y lo malo – le cae en gracia, no se esmera tampoco mucho en indagar sobre quién soy sinceramente.
Mariano me conoce más – tal vez por nuestra falsa base de amistad -, y me hace sentir como Mark Darcy a Bridget Jones (que me quiere tal como soy).
A veces me molesta que me cale tanto al vuelo.
Que sepa la respuesta a una pregunta que no hice.
O que se de cuenta que le estoy mintiendo.
Y cuando se le da por explicarme como soy?!
Odio que siempre lo entienda mejor que yo.
Hay veces que intento refutarlo y no puedo hilar una palabra con otra, tartamudeo… y él me hace un gestito con las cejas… y me tiento y me pongo colorada… y con mi impresentabilidad, le termino dando la razón de lo que sea que haya dicho.
Hay otras que le hago puchero, se me llenan de lágrimas los ojos y me convierto en bicho bola… y, donde sea que este, me escapo a un rincón tranquilo y me hago un ovillito… y él viene y yo le aclaro: “hay cosas de mi que yo las puedo decir, vos no”… y él me acaricia la cabeza como a un perro y me tira – con un tono muy particular -: “que te mejores”… y se va… y me roba una risa, como si nada.
Y lo detesto por eso.
Lo detesto por provocar esto: que yo no pueda pegar un ojo por pensar en él… y en Juan, claro…
Claro no tengo nada, evidentemente.

Chave dejó de roncar y me contagió un bostezo… voy a aprovechar, a ver si concilio el sueño después de esta pequeña dosis de catarsis…
Buona notte!
Bah, más bien por la hora… Buon giorno!

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