martes, 20 de septiembre de 2011

COSA ´E MANDINGA (O CUANDO LA REALIDAD SUPERA LA FICCION)

En toda telenovela los protagonistas tienen una balada característica… esa que entrelaza sus escenas, que suena según la intensidad de la situación y funciona como lei motiv a la hora de la secuencia de recuerdos…
Y si bien lo mío es más una comedia de situaciones que un culebrón, y ya con Juan tenemos un abultado prontuario melódico, creo que la noche de nuestro reencuentro podría haber arrancado siendo musicalizada con Paulinho Moska entonando:
“Yo estoy pensando en ti / Pensando en nunca más / pensar que te perdí…”
De hecho, yo estaba cantando esa mismísima estrofa y levemente pensando en él, y cuando lo vi, pensé: “Uh, el aislamiento ya me está afectando el cerebro. Veo gente muerta”.
Dejé pasar dos segundos, pero lo seguía viendo y me empecé a asustar un poco. ¿Estaré esquizofreinando?
Cuando mi voz tintineó: “… pensando en ti me siento bien…”, y él se mordió el labio inferior, me agarró el Panigazzi en el medio del pecho.
Me costó seguir con la canción, sobre todo cuando vi que interactuaba con otras personas.
Mierda! Estaba ahí, era real.
Sentí que se me aflojaban las extremidades y los ojos se me llenaron de lágrimas… (“y el culo de preguntas”, como bien acotaría una amiga mía).
Qué hace este pibe acá?!
Qué hago yo acá?!
Les cuento, la cosa es así: mi nuevo estilo de vida me permite tener mucho tiempo libre, de ocio si les gusta más… a mi me gusta decirle “libertad”… y esos espacios se van llenando de diferentes sensaciones que yo había ido dejando al pendiente para vaya uno a saber cuándo… Y entre esas cosas, estaba el canto.
Siempre quise tener una gran voz, pero no siempre se tiene lo que se quiere (no, en serio?! me jodes! ejue!)… pero, lejos de cercarme en ningún parámetro de perfección, con el tiempo descubrí que mi voz no estaba tan mal y que podía permitirme jugar a ser “cantora” algunas veces.
Acá en la isla son muy melodiosos y nos fuimos contagiando los ritmos, compartiendo las letras… Y me fui animando, despacio… Y me puse a practicar un poco, con algunas personas que se juntaban a tocar, para poner en forma a mis cuerdas vocales.
Los fines de semana hay un chiringuito (lugar en donde sucedió el “encuentro”) que le pone toda la onda, al que suelen ir, primordialmente, los isleños.
Es habitual que se den episodios artísticos improvisados sobre uno de los rincones del lugar… Alguien que se anima con la guitarra, algunos con instrumentos de percusión…
Muchos de esos alguienes y algunos son mis nuevos amigos, quienes me vienen intentando persuadir para que cante algo alguna noche.
Finalmente, se había organizado una suerte de fiesta-peña para juntar dinero para la biblioteca de la zona, y se armaron grupos para realizar diversas representaciones.
Mis adorados camaradas ejercieron presión y, además, me impulsaron anotándose todos a interpretar algo. Con uno de ellos, me decidí a hacer un dueto.
Elegimos “Pensando Em Voce”, un tema de Moska, cantor brasilero que encántame! La realizamos en su versión en castellano, of course… Ya suficiente papelón es cantar con público, encima en otro idioma… olvídalo!
Dimos vueltas hasta dar con el tema indicado, pero insistí con este; primero, porque me siento cómoda con el tono (grave, de hombre, claro, porque mi voz lejos está de parecerse a los aguditos de Valeria Lynch) y, segundo, porque decía mucho de lo que estaba queriendo exorcizar!
Beto, mi partenaire, me dio la derecha y ahí estábamos los dos, arriba de una tarima… Él, guitarra en mano; yo, corazón en boca…
“Ahora estoy pensando en ti / pensando en nunca más / dejarte ir…”, coreaban mis labios… y mis piernas temblaban y mis ojos se clavaban al suelo…
Por fin terminamos y, después de un cálido aplauso y el saludo de rigor, hice lo posible por escabullirme del cuadro…
No me resultó!
Juan me salió al cruce de la nada… de la nada, como había aparecido ahí… como un espectro!
No pude modular palabra cuando se me paró enfrente, se sonrío y me tiró uno de sus “hola” que me dan cosquillas en la panza… Me agarró la cara y yo me visualicé derritiéndome, cual Amelie, mientras sus deditos cannabicos acariciaban mi mejilla…
Por favor, cómo me gusta este pibe… No puede serrrrr!!!!
El tema con él es que siempre me genera las mismas ganas de querer abrazarlo fuerte contra mi como de querer salir corriendo… Qué difícil, qué difícil!
Yo podía ver que Juan movía su boca. Hasta podía llegar a percibir las palabras volando en su aliento, chocándose con el aire frío del afuera. Podía, incluso, escuchar los sonidos que emitían las letras al enroscarse unas con otras. Pero, por más esmero que pusiera, no estaba pudiendo entender lo que me decía.
Tenía la Super Final de Torneos de Karate en mi cabeza!
Sentí que estaba en uno de los trucos fallidos de Tu Sam y que por más que chasquearan los dedos no me iba a poder despertar.
“Ey, ni siquiera me vas a decir hola?!”… mi tímpano se destapó dejando llegar hasta mi cerebrito la encantadora voz de Juan!
Reaccioné y atiné a sonreír, abrazarlo y musitarle un tanto entre dientes: “Qué haces acá?!”.
Él me estrujó un poco más, dejó escapar algo parecido a un suspiro y contestó: “Vine a tocar con unos amigos”, como si fuese la respuesta más obvia del universo!
Acá?! Justo acá?!
Aparentemente.
Conseguí tomar distancia un momento del susodicho, que se preparaba con su gente para su cantata.
Me acerqué al tumultito que conformaban esa noche mis amigas insulares y solamente dije: “Ese, es Juan. Mi Juan”.
Lógicamente, este muchachito ha sido motivo de charlas tantas en nuestras reuniones de nenas y todas están al tanto de los vericuetos que pasé para intentar olvidarme de él… Así que la sola mención de su nombre revolucionó el gallinero, con el mayor disimulo que sus emociones les permitían.
“Cosa ´e Mandinga”, sentenció Mili, una de las artesanas del grupo y nuestra gurú espiritual… y todas asintieron.
Y creer o reventar… y yo casi exploto cuando reconocí los primeros acordes de “Fusión”, de Jorge Drexler…
Qué se hace en estos casos?! Por el poder de los Gemelos Fantásticos actívense… en forma de qué?!
Juan estaba “más lindo que nunca” (como diría Jorge Hané)… Y yo no podía sacarle la mirada afiebrada de encima… Repito: Qué difícil, qué difícil!
La velada seguía con su musicalización (ni si nos hubieran editado habría quedado tan exacto!): “¿Cuánto de esto es amor? ¿Cuánto es deseo? / ¿Se pueden o no separar? / Si desde el corazón a los dedos / no hay nada en mi cuerpo que no hagas vibrar…”, entonaba Juan sonriéndole con sus ojos a los míos, una vez que los encontró entre los presentes… y así se quedó a lo largo de toda la canción.
Yo tenía taquicardia, por supuesto. Sudaba estilo Niágara. No estaba pudiendo sentir mis dedos, ninguno de los veinte. Cada tanto lograba pestañar, como para ver si eso cambiaba algo. Y me parecía que estaba a cada momento a segundos de vomitar… pero era sólo por la sensación de vértigo que me ocasionaban mis pensamientos corriendo en círculos dentro de mi cabeza.
“Yo sólo quiero que sepas / no estoy aquí de visita / Y es para ti que está escrita esta canción”, culminó Juan su bella interpretación… y sonrío, se mordió el labio (es su marca registrada) y me guiñó el ojo.
¿Alguna vez se subieron a una montaña rusa? ¿Vieron ese efecto que provoca en el cuerpo? Lo mismo. Todos los pelitos del cuerpo… erizados!
Bajó del escenario, saludó y vino derechito hacia mi… eso sí, mirando hacia abajo. Cómo son!!! Gallito de lejos, de cerca…
Dijo un “hola” tímido a mis acompañantes y uno casi susurrado a mi. Se mordió el labio otra vez y se tomó su tiempo para mirarme a los ojos.
Yo esperé. Su cambio de actitud nos había balanceado. De repente, sentí que podía, quizás, controlarme.
Él sabe perfectamente que a mi no me gana el canchero. Está bajando las revoluciones del latin lover que se le escapó haciéndose el cantorcito ahí arriba. Me doy cuenta. Lo conozco. Y él a mi, por eso está “recalculando, recalculando”.
Finalmente, hizo una morisqueta que terminó con sus ojos posados en los míos y habló: “Todavía no lo puedo creer. Es… ¿Qué haces acá me queres decir?”… se reía algo nervioso, algo contento.
“Yo estoy viviendo acá hace un tiempo ya. ¿No lo sabías?”, doy fe que me parecía extraño que no lo supiera, ya que varios de nuestros amigos en común lo sabían y lo había puesto en mi Facebook, al cual él tiene acceso.
“Me enteré de casualidad hace muy poquito. Qué loco! La isleñita ella” / “La venida”, lo corregí.
Se reía, no podía parar de reírse. Asumo que habría fumado, pero quise pensar que era su emoción saliendo en forma de carcajada. La misma alusión hice por el brillo de su mirada.
Charlamos un largo rato, le conté estilo crónica mis días después de la última vez que nos habíamos visto, él me contó de él. Dijo sentirse orgulloso de ver que yo estaba haciendo con mi vida lo que verdaderamente quería (intentándolo, intentándolo… que no es lo mismo, estoy en proceso de aprendizaje!). Me gustó que lo notara y que lo mencionara.
Ahí me puse nerviosa de vuelta.
El festival estaba llegando a su desenlace y mis amiguetes y yo estábamos a cargo del show concluyente, así que dejé la cháchara con Juan y volví a estremecerme arriba del escenario. Me atrapa el pánico escénico, horrible!! En multitud se reduce un poco igual.
En fin, representamos “Fin de Fiesta”, la canción que Kevin Johansen interpreta con su banda The Nada, cantando una partecita cada uno. Adorable!
“Ya se acabó / Ya es el fin de fiesta / y nace el tan temido qué dirán / Si se fue con él / Si ella se fue con ella / Los que no entregaron ya lo harán / Si la vida es una orgía lenta / lo mejor debe estar por llegar…”, fue mi línea como segunda voz… y, más adelante, me tocó: “… que son cosas que pasan…”!
No, si es lo que yo digo… ni guionado ni editado quedaba así!
Compartimos un porro y una cerveza sentados en el muellecito del bar.
“Hace cosa de dos meses, Pato (amigo de Juan) viene con una onda que le habían tirado en uno de los lugares que solemos tocar, para dar una mano para recolectar plata para una escuela del Delta, supuestamente. Nos contó cómo venía el asunto y nos copamos. Cerramos todo hace dos semanas. Yo venía medio enroscado y no me estaba viendo con los pibes. La semana pasada me rompieron tanto las bolas que nos juntamos. Los chicos hablaban de vos en un momento y sacaron a colación lo de tu “vida en Tigre”. No estaba enterado. Pregunté un poco, debo confesar. Indagué bastante, en verdad. Después, me metí en tu página del Facebook, yo no entro nunca… Ahí pude recaudar más información. Y de repente, me di cuenta que el mismo lugar a donde veníamos nosotros, era exactamente donde vos estabas viviendo… Sobre todo, me lo confirmaste cuando publicaste: “Pánico por el debut del sábado en la feria para ayudar a la biblioteca”. No lo podía creer. Me agarró un ataque de risa nerviosa. ¿Es el destino, una casualidad? Estaba perturbado, por lo menos. Y ansioso. Ansioso de verte… ¿sabes?”, lo expuso todo de un tirón, haciendo pausas para iluminar su sonrisa, darle una pitada al cigarro y volver la mirada hacia mi.
No supe qué decir.
“¿Qué estás pensando?”, preguntó.
Uhhhh… en tantas cosas… en miles, en todas, en ninguna, en nada…
Lo besé. Sí, me frontalicé y lo besé.
Sinceramente, ¿qué probabilidades hay de que esto esté sucediendo? Tantas como de que no estuviese siendo. Las cosas pasan y ya… y pasan por algo. Y nosotros hacemos que pasen, también, de algún modo.
Por eso lo besé. Lo besé a conciencia de saber que eso era exactamente lo que yo estaba queriendo hacer en ese mismísimo instante, sin importar las consecuencias.
Juan me devolvió el beso y no pudimos parar.
Se mato de risa todo el camino en mi bote, repitiendo: “Esto hay que escribirlo” (ah, bueno, ponele… ay, Juancito, si supieras!) y, cuando llegó a mi casa, fue recibido por todo el amor de Chave, que chillaba como una loba… en celo! (ah, no, esa era yo!, por dentro, no me daban las manos para agitar iupis de alegría por este giro en la trama!).
Hice como que le mostraba donde vivía y él como que un poco puede que le interesara, y no pudimos seguir con la farsa…
Revolcón marca Acme. In-cre-í-ble!
La piel, la química… y yo que estaba más caliente que horno de barro, como dicen por estos pagos.
Quedamos tan exhaustos que no hubo espacio para conversaciones ni movimientos mentales. Mejor, imposible!Al día siguiente seguíamos asombrados y buscábamos vocablos para enmarcar este episodio… Ese fue el primer domingo de muchos domingos que amanecimos juntos contemplando el río tratando de dilucidar cómo fue que la vida nos volvía a cruzar… una vez más!

martes, 16 de agosto de 2011

BLACKBIRD FLY

Los mandatos sociales y familiares siempre pesan, es voluntad de cada uno analizarlos, tomar lo que para uno vale y descartar el resto... pero cuesta y no todos tenemos el mismo ímpetu!
A medida que el tiempo pasa, voy resolviendo ciertas cosas que tienen que ver con esto; cada vez más me doy cuenta que yo soy la protagonista de mi propia vida, la hacedora… Me gustaría poder elegir mi destino en la medida de lo que pueda... y sinceramente, quisiera poder terminar trabajando de lo que amo, no sé si en un par de meses o un par de años, pero hacerlo... y si solo me dejo llevar por el sistema y sus reglas... nono... ahora todo se trata de consumir y eso nos lleva a un vértigo del que no quiero ser parte... muy hippie??!!!
Bueno, es como pienso, es como soy y ahora que ya tengo 30 (como si eso significara algo, no? pero sonaba bien en mi discurso) es como quiero mostrarme casi todo el tiempo (y digo “casi” porque siempre hay que dejar un margen para ciertas hipocresías formales).
También estoy casi segura que distintas opiniones se deben estar formando sobre mis decisiones tanto entre mi familia como entre mis amigos.
Valoro lo que puedan pensar pero, francamente, me tiene sin cuidado la mirada de los otros en este momento.
No es un ataque repentino de soberbia (lejos está de serlo), tan sólo es algo que estoy aprendiendo estos días, nada más…
Las mañanas en el río son maravillosas, llenas de luces nuevas, despertares y empezares; las tardes son más inquietas, movedizas, a veces inestables; los atardeceres son un sueño, un pedacito de paraíso para los ojos; y las noches son silenciosas, largas y muchas veces insomnes…
Y yo estaré viviendo en el lugar más apacible del planeta, en una especie de olimpo terrenal, pero mi cabeza sigue siendo mi cabeza… y no puede parar!
Dale que te dale, que qué está bien y qué está mal, que si lo que siento o lo que pienso o lo que puedo o lo que debo…
Necesito callar a las vocecitas en mi cerebro.
Estiro la mano y mi mp3 salvador me rescata desde la mesa de luz.
Le doy Play a lo que primero que salte.
http://youtu.be/Jn-DcEjUuQw
Mis rezos musicales siempre me regalan respuestas mágicas.
“Blackbird singing in the dead of night / take these broken wings and learn to fly / All your life / you were only waiting for this moment to arise”...

lunes, 15 de agosto de 2011

LA VENIDA

Me llamo Manuela Leis Lema.
Bautizada así por la buena fortuna de mi hermana en un juego de azar familiar, donde se disputaron distintas opciones para mencionarme, y por la fascinación de mi madre con Julio Iglesias y su tema homónimo.
De cualquier modo, a lo largo de mi existencia me han apodado de mil formas: Meme, Memita, Manu, Manucha, Manola, Manoca, Lela, Leis, Leis Lema, Lele, Gallega, Porotito, Yanyito con cola, Gitana, Tortona y Tota son algunos de los que recuerdo así de un tirón de una lista que parece inacabable…
Desde mi llegada al Delta, me he ganado un nuevo mote: “La Venida”.
Así nombran por estos lares a los que no son isleños natos, los venidos… y yo soy una nueva integrante de ese exclusivo clan.
Finalmente, conocí de a poco a los lugareños… Había acertado con mi pronóstico y me sentí tan a gusto con sus respectivas locuras!
Hay un par de venidos más, pero casi todos son nacidos en las islas, o entre aguas (como sucede muchas veces porque no se llega a destino; de pensarlo me pongo nerviosa, pero, en mis planes está muy distante eso de parir, así que no me adelanto a panicosear).
Muchos son artesanos; hay quienes tienen cultivos de frutas; otros, abejas; hay un matrimonio de zapateros; algunos artistas bohemios y un fotógrafo retirado.
Nos vamos abriendo las puertas y las andanzas a medida que los días pasan, pero me siento bien compartiendo con ellos; me gusta escuchar sus historias y contemplar sus posturas ante ese mundo que es el mismo para todos, pero cada uno ve de manera distinta…
Voy aprendiendo de ellos a convivir con este nuevo entorno, a enamorarme de él y comprenderlo.
Si bien estamos a aproximadamente una hora y media de distancia del ruido de la ciudad, parece que estuviésemos en otro planeta.
Acá, cada arroyo tiene su leyenda, su gente, sus lugares de pertenencia. Las islas forman pequeños pueblos, donde la gente se aúna, como en otros tiempos, para lograr cosas en común.
Las horas transcurren de manera diferente entre el sonido del agua y el cantar de los pájaros.
Es un lugar que definitivamente está rodeado de soledad, de esa soledad de la que casi todos huyen, por temor, por aburrimiento.
Es un lugar que colabora ampliamente para conocerte, para encontrarte… para hacerlo a tu tiempo, no al de los demás…
No es que esté aislada de la civilización, para nada; cuento con teléfono, luz eléctrica y conexión a Internet, sólo que tengo un montón de verde hermoso alrededor y cielo limpio y el río en el fondo de casa y… ahhh!
Es tradicional de esta zona ponerle nombre a las casas…
Me tomé mi tiempo para pensarlo bien. Grave error, cuando pienso y pienso, no hay quien me pare.
Finalmente, armé con mi collage manía el cartel que ahora engalana mi muelle: “LA BIEN VENIDA”…

jueves, 11 de agosto de 2011

NO MAN IS AN ISLAND…

Dice la célebre frase... y yo me fui a vivir a una!
Coexistir junto al río no se parece a nada a lo que yo haya estado acostumbrada.
Bichito de ciudad desde la cuna, siempre disfruté del aire libre y me sentí más plena rodeada de naturaleza que de cemento, pero mis experiencias en campamentos o vacaciones no tienen punto de comparación con mi nueva rutina.
Tuve que aprender de cero.
Mi primer desafío, pasada la vorágine y la excitación de la vuelta de página en mi vida, fue lidiar con los miedos… Ni más ni menos. Maldita tarea.
El tema con los miedos es que uno no tiene a dónde escaparse, dónde esconderse… y mucho menos cuando sentís que estás en el medio de la nada, rodeada solamente de vos misma!
Agarrate Catalina!
Hay que hacer de tripas corazón y darle pa´delante, poniendo el pecho y tratando de seguir, de avanzar.
Los temores venían en formato guía telefónica o Libro gordo de Petete, como prefieran… Se abalanzaban sobre mi, estrepitosamente…
Me abrumaban tantas preguntas: ¿Qué hago yo acá? ¿Y si no me banco ni dos días? ¿Y si la isla está llena de locos? ¿Y si hay tormenta? ¿Y si se corta la luz? ¿Y si crece el río y se inunda todo? ¿Y si no puedo volver a tierra firme? ¿Y si pierdo los remos en mitad del agua? ¿Si me atacan serpientes y arañas? ¿Si me caigo en mitad de la noche y nadie se entera? ¿Si me enfermo y llueve y no me anda el motorcito de la lancha y me caigo al río y me atacan peces extraños y me muero y nadie se percata?
Uh, era terrible… Un torbellino que terminaba cerca de una película de terror clase Z.
Creí que iba a enloquecer… y aún no habían pasado 24 horas desde mi llegada.
Por suerte, no estaba del todo sola…
Chavela saltaba feliz por el parque, se revolcaba por el césped y se asomaba al borde del agua, hundiendo su hocico para formar burbujas sonoras.
Me arrancó una carcajada y eso me relajó.
Caminé descalza un rato y la vista me abrazó dándome la más cálida de las bienvenidas.
Si me muero, más tarde o más temprano, alguien se va a dar cuenta. Y, la verdad, si me tengo que morir, este es un buen lugar para hacerlo. Además, hay menos probabilidades de que me ahogue en el arroyo que tengo enfrente que de que me la den en un asalto en Capital, ponele, o que me pise un bondi, sino. Acá puede haber tantas bichas alrededor de mi casa como en Buenos Aires había ratas y cucarachas. Y si me quedo incomunicada y a oscuras, me abrazaré a Chave y cantaré con toda la fuerza de mis pulmones, como todas las veces que me atrapó el pánico. Si la isla está poblada por lunáticos, me uno al club y me dejo ser de una vez por todas! Y si no me lo banco ni un día, me vuelvo y veo qué mierda hago!!
Y, claro, me di cuenta de golpe qué hacía yo acá…
Vine a encontrarme conmigo misma, a conocerme…

jueves, 14 de julio de 2011

THE PROPOSAL

“Yo te propongo que nos amemos / nos entreguemos / y en el momento / que el tiempo afuera no corra mas /… / Yo te propongo de madrugada / si estás cansada / darte mis brazos y en un abrazo / hacerte a ti dormir / Yo te propongo no hablar de nada / seguir muy juntos la misma senda /… / y más que todo / después de todo / brindarte a ti mi paz…”
Roberto Carlos parece querer muchas más cosas de las que propone en su canción si nos dejamos influenciar por su tono seductor…
Pero, si bien fue un hombre quien me hizo “la” proposición de la que les hablé, yo sigo siendo yo y nadie me va a venir a andar proponiendo cosas indecorosas o fastuosas o ni hablar románticamente maravillosas…
Me ofrecieron una locura, tal vez para los ojos de algunos… No, me ofrecieron una locura… Sólo que yo estoy un poco loca y me pareció que entre demenciales nos íbamos a entender.
Para mi la balada del brasilero es entonada por el río: mi nuevo vecino.
Vengo de familia de agua, por un ramal de mi madre, y un abuelo marinero, y mis hermanos kayakeros y yo… remo!
En serio, más allá de “remarla” casi siempre para salir airosa, adoro el remo como deporte. De chica lo practiqué mucho, después lo dejé de practicar (cosas de adolescentes, cosas de la vida), cada tanto volvía a remar y ahora… es mi medio más común de locomoción.
A través de uno de mis hermanos me entero que unos conocidos están necesitando gente para laburar: un trabajo nuevo para mi, aunque estaba capacitada totalmente para cubrirlo; dinero promedio, no era lo que más me tentaba ni me interesaba; iba a estar sola, haciendo algo no muy forzoso… y me daban casa… en un lugar precioso… pero, muy diferente a donde solía vivir…
Al principio comenzó como una broma y de a poco fue cobrando matices hasta llegar a tenerlo todo: era justo lo que necesitaba!
Un ticket hacia una nueva aventura.
Siempre pienso en el miedo que dicen que tienen los escritores a la hoja en blanco… Para mi significa un desafío, un poder crear de cero lo que sea, pero, claro, yo lejos estoy de ser escritora.
Aunque escribo mi propia historia, esta que hoy vuelvo a compartirles.
“Me llamo Manuela Leis Lema, pero todos me conocen como Meme. Tengo 30 años cumplidos, lo que significa que estoy atravesando mis 31. Vivo con mi adorada perra negra Chavela “La Brava” y convivo a veces con algunas otras especies animales que residen por el fondo de mi morada. Soy sola, pero ya no me pesa como antes, o quizás pesa distinto, quién sabe. Durante la semana reparto mi tiempo entre mis “trabajitos de artesana”, los quehaceres domésticos, parte de mi función laboral puntual y algunas cosillas que me entretienen las horas. Los fines de semana dedico gran parte a mi nuevo trabajo como guía y a recibir visitas en mi casita del Tigre.”

viernes, 8 de julio de 2011

VOLVER… CON LA FRENTE MARCHITA

"Tengo que sentarme y postear aunque sea lo que ya tengo escrito", me levante convencida esta mañana.
Las cosas ya no son lo que eran en mi vida y este blog corrió esa misma suerte...
Cuando escribí la primera entrada lo hice desde la necesidad de decir, de contar, más allá del desafío impuesto por Greta, mi psicóloga... Sentía el apremio de hacer catarsis a través de mi escritura, de mi "poder" expresarme de algún modo...
No es que hoy no lo disfrute ni me resulte terapéutico, sólo que no me hace falta, no me es elemental para seguir andando y entendiendo...
Pongamosle que en estos días me dan más ganas de vivir la vida que analizarla! De ir viendo qué me pasa y cómo lo resuelvo justo en el momento en que las cosas dan conmigo y no antes...
Me siento más liviana, más yo... aunque estoy distinta, aunque sea otra...
En las últimas publicaciones, hablé de los tres hombres que rondaban por mi existencia desde que arranqué esta vorágine de palabras online y dejaba temas al pendiente para una próxima vez... que nunca llegó!
Quisiera no extenderme, quisiera por una vez ser breve a la hora de explicar, de narrar... Concentrarme sólo en lo importante y desechar los detalles a un costado... Es difícil, sobre todo porque pasó mucho y muy desordenado y sin sentido...
Anhelaba tanto irme de ese trabajo que no me complacía en lo más mínimo, o en verdad sí, me complacía en lo elemental: un sueldo más o menos digno, en blanco, con obra social y aportes; buenos compañeros que se convirtieron en amigos y... si me tienen un poco de paciencia, quizás, que le rescato algo más! Pero, ¿podían estas razones atarme? ¿Qué perdía yendome de ahí? ¿Y lo que ganaba acaso no jugaba?
Mientras yo meditaba sobre cuál era la decisión correcta, el mejor plan a emplear o lo que fuere, la empresa decidió "dejarme ir", después de un altercado menor con el imbécil de mi jefe, quién pidió que me invitasen amablemente a retirarme de mi puesto.
No vale la pena entrar en los rincones pestilentes que cercaron toda esta situación. La gente oscura y siniestra de pensamiento, aquellos que se creen algo mejor por estar en un determinado lugar, no son destino posible para mis energías.
La cuestión es que de la noche a la mañana me convertí en "desempleada", un rubro en el que no he tenido ninguna experiencia positiva anteriormente. Nací para ser activa, la pasividad del no hacer me desquicia... God help me! (y a todos los que me rodeen)
Tuve ese primer comienzo del goce, del placer casi vacacional que se palpita al no tener que atenerse a horarios ni estructuras. Me duró una semana y media, con toda la furia.
Después entré en el trance "desperate housewife", dele que te dele limpiando y acomodando todo el día. Insoportable!
No había novedades laborales y la temporada de bajón, no me soporto, no te soporto, no soporto al mundo, me convierto ya en bicho bola, duró bastante tiempo...
Para cuando llegó la época del "agarro cualquier cosa, lo que sea", hubo un problema mayor con el que lidiar: no estaba pudiendo mantenerme... económicamente hablando. Y el destino no me tiraba un centro...
Período de decisiones varias. No time for thinking, just to act! Hubo que improvisar...
En una de las conversaciones más lindas de mi vida, mi querido amigo Puma me invitó a refugiarme entre sus cuatro paredes. Parecía una locura (mi mamá así lo creía; obvio, para ella era más sencillo entender que aceptara el dinero que con mi papá me querían prestar, o que me mudara a su casa - esa si hubiese sido una verdadera cosa de locos!), pero en ese momento no había espacio para las coherencias en mis días, en mis horas, en mis minutos... Irme a vivir con el Puma era lo más sensato!
La convivencia fue buena hasta que dejó de serlo, lógico. Los roces surgieron y me pareció mejor buscar casa nueva que perder camarada antiguo. Roté por hogares amigos y pasé por lo de mis hermanos también, para culminar hospedándome en lo de una de mis primas, recién separada y con un niño.
Resultó una buena ecuación. Los tres nos veníamos bien a los tres. "Dadme un punto de apoyo y levantaré el mundo", citó Greta a Arquímides (porque Greta seguía ahí, a pesar de mi "renuncia" a ella al quedarme sin obra social y con otras prioridades de gastos... "Ya nos vamos a ir arreglando", dijo... y así fue). Mi prima, su hijo y yo eramos una familia moderna, disfuncional o medio rara, pero familia al fin, llena de amor para dar y recibir. Tal vez el afuera no pudiera entenderlo ni verlo, pero era así, doy mi palabra.
El asunto fue el siguiente: mi prima tenía su casa, su auto y su laburo pero ya no tenía a su esposo. Necesitaba alguien que le cuidara al nene, que fuera de confianza, que pudiera estar full time y yo necesitaba dinero, algo con que entretenerme y un lugar para dormir. Bingo!
Mientras todo esto sucedía, yo percibía las miradas a mi alrededor y se me venía una frase a la cabeza: "No te pido que me entiendas, sólo que me quieras"... Repetía esas líneas internamente desde mi infancia cada vez que me sentía incomprendida... aún lo sigo haciendo.
Sé que no soy figurita fácil, no sé porque extraña razón nací compleja, pero jamás le pedí a nadie que me desenmarañe, que me resuelva como un acertijo... Siempre pretendí lo mismo: que me acepten como soy, que me amen aunque no sepan muy bien cómo o por qué... La pregunta es: yo lo aplico? Conmigo misma, digo...
En fin, más allá de los comentarios por las decisiones tomadas, fue un período de reacomodamiento de la mente, de los valores y de las emociones.
Empecé a prestarle atención a aquellas cosas que me gustaban y no solía dedicarles tiempo.
Una mañana me puse a lijar una mesa vieja, que mi prima tenía tirada por ahí. Cuando llegó la noche, había culminado mi primera obra de "amorarte": una lavada de cara increíble para la mesita, que ostentaba su bello collage!
Fue mi primer mueble reciclado. Y no pude parar.
"Muy bien, muy bien. Lavorterapia", coreaban los entendidos.
No sé si era eso. O que finalmente me había topado con algo que de verdad me gustaba hacer...
Una amiga me pidió que hiciera algo parecido con unas sillas de ella, después me encargaron algo más y otra cosa y así fui sumando "trabajitos de artesana", como me gustó bautizarlos.
Esto, junto con otros curritos que fui adquiriendo, infló algo mi economía y, si bien seguí siendo "la chica con cama adentro" en lo de mi prima, ya no recibía dinero por cuidar a la criatura y, de hecho, contratamos a alguien más para que lo hiciera.
Aún no podía levantar vuelo por cuenta propia (o sea, alquilarme algo), pero estaba siendo hora de irme de ahí. No por mi prima ni su hermoso hijo, sino por mi.
Extrañaba mi soledad, mi espacio.
Una tarde todo cambió.
Me hicieron una propuesta disparatada a la que no me pude negar...
Y no es que quiera dejarlos con la intriga, pero la idea era llegar de lo pendiente hasta poder pintar un poco el hoy en una sola posteada y creo que se cumplió el objetivo.
Tal vez estos parrafitos hubiesen sido una entrada particular cada uno, si los hubiese publicado en el momento que iban aconteciendo, pero los tiempos bloggeros son mas tiranos que los televisivos y hay que caer en el resumen de la historia, en la parte de atrás de la cajita de la película… De cualquier forma todas, y cada una, de esas situaciones ya están arraigadas en mi, forman parte de mis recuerdos y, como ellos, pueden aflorar cuando les plazca, escondidas o disfrazadas dentro de otros momentos…
Prometo no prometer que “nos vemos pronto” o “les juro que no pasa de una semana sin volver a escribir”, porque no me gusta andar quebrantando promesas por ay… y si es que no cumplo con lo prometido, los sorprendo y qué mejor regalo, no?! Estoy en todo…;)
Los echaba de menos, debo reconocer.

jueves, 19 de mayo de 2011

EL MATADOR

Finales de Octubre, 2010.
Cumpleaños de un amigo. Festejo en el bar de otro amigo. Un tercer amigo ejercía las veces de discjockey, atento a los requerimientos musicales de toda la concurrencia.
Mariano, parte de este grupo de amigos y más amigos, cantaba su “pedido” acodado a la barra: un “temazo” “del más grande, del maestro Cacho Castaña” (todo esto según sus propias palabras).
“Me conociste atorrante, travieso y aventurero / un romántico canalla con fama de mujeriego”, arranca el tango, para estallar en su estribillo: “Y ahora me quieres cambiar y ya no entiendo más nada / Dices que ya no te gusta lo que de mi te gustaba”, para terminar señalando: “Voy a cambiar y seré más atorrante que nunca”…
Si eso no es una carta de presentación de lo más digna para Mariano, no sé qué podría serlo…
La interpretó con una convicción importante, poniendo especial esfuerzo en que yo lo notara.
A pesar de haber sido obvio, al culminar su performance se acercó y me dijo muy serio: “El que avisa no traiciona”.
Todo esto tiene un por qué, claro.
Después de la proximidad de Mariano durante el festejo de mi cumpleaños, hubo un segundo acercamiento de igual o, incluso, mayor intensidad… Abruptamente interrumpido por mi persona, que entró en razón (no sé qué corno tenía que hacer la puta razón justo ahí y en ese momento, pero apareció y ya no pude sacármela de encima) y frenó la situación antes de que las cosas se enredaran más de lo que ya estaban.
Post 30 mi cabeza se había convertido en un maremoto, demasiados pensamientos, demasiadas personas, demasiada presión… Mariano evidentemente no sumaba, por el contrario… complicaba.
Juan y yo habíamos terminado, por rotularlo de alguna manera, y el episodio con Agustín y David ya había acontecido, pero de cualquier forma, Mariano no era una opción, no señor!
Así que paré las rotativas, bajé discurso sobre nuestro “circulo cercano” (ya que existe, vamos a aplicarlo a conveniencia, no?) y el hecho de que él era impresentable y yo difícil y hablé mucho y dije poco y él se ofendió o se enojó o se cansó de escucharme, no sé muy bien… La cosa es que se paró y me dijo: “¿Sabes qué? Tenes razón. Yo soy así. Que te mejores”; se dio media vuelta y se fue.
Apenas si nos cruzamos después de eso… Hasta esta noche que narraba.
Luego de su advertencia se puso a ejercer de cachivache licenciado en lo que restó de la velada.
Estoy acostumbrada a verlo avanzando a otras mujeres, pero algo me estaba molestando esta vez, algo que quise disimular, pero no pude.
Me descubrió mirándolo en más de una ocasión, por lo tanto, no me sorprendió verlo dejar en mitad de la pista a una pendeja en llamas que le fregaba todo el cuerpo al ritmo de la música, para venir a encararme con su mejor sonrisa socarrona.
“¿Qué pasa, Leis Lema? ¿Qué es lo que miras tanto?”
Mariano es un frontalizado total, no mide sus palabras, no filtra nada, jamás se va a sentir desubicado ni intimidado por decir lo primero que piensa. Es parte de su naturaleza.
Encima, había canilla libre… olvidate! Estaba perdidísima!
“¿Te gusto? Es eso, ¿no? Te gusto. Te encanto. Te vuelvo loca y no lo soportas”, seguía con su lengua filosa.
Yo me mordía los labios… un poco por no saber qué decir, otro poco para contener mis ganas de besarlo.
Odio admitirlo, pero en mi cabeza resonaba una parte de la letra de Cacho: “Y a pesar de mi pasado con historias sospechosas / Te enamoraste de mi, mira lo que son las cosas”… Noooooo!!!! No voy a darle la razón al Don Cachi, nononono…
Mariano seguía en su perfil de “soy lindo y lo sé” y yo me colgué el cartel de la “reina de la histeria” y jugamos juntos un buen rato.
Nos sacó de la penumbra de un rincón el “cumpleaños feliz” y entre saludos y abrazos nos perdimos entre los invitados.
De repente, un mensaje en el celular: “Vos hoy te venis conmigo, sabelo”.
Se me encendió el cuerpo de golpe, mi piel se erizó letra por letra.
A veces creo que soy una X-Men… sisi, una mutante al estilo Magneto, que se me pegan todos los rebuscaditos del vecindario…
Esos que mamá mira de reojo y canturrea “ya sé que no soy un buen yerno / soy un casi un beso del infierno”, y los que papá observa cruzando de vereda mientras piensa “ese extraño de pelo largo, sin preocupaciones va”… Esos, esos a mi me matan!
A modo de ejemplo uso la serie furor de mi adolescencia: “Beverly Hills 90210”… Manuelita suspiraba por el tierno y correcto Brandon Walsh?! Noooo… Volvíase loca por el conflictivo Dylan McKay!!!
Y ahí estaba yo, celular en mano, inmóvil como una cebrita antes de que se la lastre el león, pestañaba nomás.
Sentí su respiración en mi nuca y me dije: “Tas lista”.
“¿Nos podemos ir ahora?”, susurró y dejó escapar una risita pícara, casi infantil (de borracho, Manuela, decilo, no colorees más el cuadrito, que ya esta pintado).
Me di vuelta y me quedó de frente, muy (tal vez demasiado) cerca de la boca. Yo creo que empecé a temblar, como cuando te castañean los dientes del frío.
Nunca nos besamos. Estuvimos cerca, pero nunca nos besamos. Muy de telenovela lo nuestro. Pero no fue por crear clima, sino que no se dio o el momento no era el apropiado. En fin. Yo admito que estaba nerviosa. Quería mucho besarlo, pero tenía mucho miedo del después del beso y del beso en sí… de que me gustara, o de que no… Uff, así estaba!
No sé si fue mi imaginación o si algún Cupido amigo colaboró con la escena, pero yo lo escuché a Willy Rodríguez entonando: “Tener tus ojos debe ser ilegal / y más si cuando miras sólo inspiras a pecar”. Las luces se atenuaron (o al menos para mi, ya que Mariano me sacó suavemente los anteojos) y los dos cantamos cada estrofa con nuestras miradas, acariciándonos con el deseo y sin el tacto… “Mientras tu boca violenta revienta / dentro de mi boca como un rayo una tormenta”, fue casi una incitación al contacto tan esperado, tan ansiado.
Fue un beso largo y rico. Su aliento sabía a fernet bien frío y a florcitas cannabienses. Exhalamos un suspiro al unísono y nos dio gracia. Nos mordimos los labios al mismo tiempo y no pudimos más que volver a besarnos.
No sé cómo llegamos a mi casa, sólo sé que seguíamos pegados como dos perros en celo. Recuerdo que Chave nos observaba absorta desde un rincón, mientras nos revolcábamos por la alfombra (esto porque nos habíamos caído del sillón).
Reconozco que estábamos un tantito ardidos los dos (y también relajados por algunos alicientes)…
Y de pronto, Mariano me agarró la cara entre sus manos, alejándome un poco de su propio rostro, me dedicó un atisbo completo y me tiró: “Tranquila, tengo todo el tiempo del mundo para hacerte el amor”…
“Travieso y atorrante jugando al amor / ha vuelto el matador / ha vuelto el matador”… Perdón, se filtra mi tendencia a musicalizarlo todo!
A pesar de lo cursi (e íntimamente bonito) que eso me sonó, se sintió de ese modo, no curtimos… we made love :)
No hubo situación incómoda post coito, lo cual fue raro para haber sido la primera vez que estábamos sexualmente juntos.
Nos pusimos a charlar de cualquier cosa, que llevó a cualquier otra y así hasta que en un momento como que nos acordamos qué nos había llevado a estar ahí, los dos en pelotas en mi cama, y que se venga la segunda!
Nos dormimos extenuados y nos levantamos algo extraños.
A partir de ese momento, comenzaron a sucederse episodios de diversos tipos y mi relación con Mariano de a ratos se convertía en lo más clandestino que transité, en un abrir y cerrar de ojos era lo más pasional y liberador que me había pasado nunca, en un click parecía que sucedía solamente en mi mente y de pronto era lo único que existía.
Así de complejo él. Así de enmarañada yo.
Me decía a mi misma una y otra vez: “Cómo se te pudo ocurrir. Este tipo es… agggg. Cerrado, dominante, egoísta.” Blablabla… listas innumerables de defectos le encontraba… Pero aún así no podía negar que me gustara… muchito!
Por los caminos que tuve que andar un tiempo después, Mariano y yo ya no nos cruzábamos a diario.
Igual nos seguimos viendo, intermitentemente. Buscando excusas, a veces. Otras veces, de casualidad o causalidad, quién sabe.
En todas las oportunidades, yo arrancaba repitiéndome lo mismo: “Pase lo que pase, no te vas con él”.
En todas las oportunidades, dormíamos juntos.
Pero cometí un grave error: me enamoré. Y para colmo de males, se me ocurrió que era buena idea confesárselo.
Me había olvidado con quien trataba… “Soy así, un traficante de ilusiones diferentes / Sé que soy distinto a todos, pero igual a mucha gente / Soy así… si me amaron nunca quise, y si quise no lo sé”…
Cacho Castaña y el reputísimo pelotudo que te filosofeó!