jueves, 15 de abril de 2010

ADIOS, ROBERTO… O JUAN…

A un par de días de volver, me conecté al MSN y estaba Juan, como “ausente”… (ejue!) Me puse “disponible” algo que casi nunca hago (es más, casi siempre estoy conectada como “desconectada” y hablo con quien yo quiero… ahora que leo todo esto de los estados del Messenger, son para terapia, eh?! Y parecían tan superficiales ellos…), sigo, ahí estaba yo, entonces, con mi cartelito en la frente de “se regala / desesperada” y el señorito nada de nada…
Una amiga que estaba online y al pendiente, me dio el envión necesario para animarme a dar el primer paso: “Hablale vos, boluda, sino sos siempre la que está esperando, disponible, de fácil acceso, cuando él quiere, pero vos no lo usas a él nunca?! Cómo es la cosa?!”… No es muy pedagógico lo suyo, pero la cagada a pedos llamativamente siempre tiene efecto en mi… Así que le hablé… No sé para qué mierda le hablé?!! Odio el MSN, además, porque todo da para libre interpretación, no hay tono de voz y a veces se crean confusiones y malos entendidos… un desorden! Y, para completarla, Juan contestaba todo con monosílabos… y yo prendí el carburador y allá me fui… La de conjeturas, hipótesis, conclusiones y demases que saqué de mi loca cabeza… Imposible no enroscarme! Terminamos quedando en que me llamaba en breve para vernos y charlar… Eso de charlar ya me dio para sospechar de acá hasta el día D… Mmmm, hay olorcito a barrida!
El fin de semana siguiente nos vimos. Ya que te diga de verse un domingo a la tardecita-noche… No hay mucho clima de nada! Ese día a esa hora es para las parejitas ya establecidas, que salen a dominguear… No para dos que hace rato no se ven, y se quieren ver bien de bien, y tocar y whatever… Para redondearla, el meeting no fue ni en su casa ni en la mía… Por primera vez, Juan y yo nos encontramos en un lugar público… Algún optimista podría pensar: “Bueno, finalmente, van a tener una cita como corresponde, de puertas afuera y no como si estuviesen de trampa”… Yo, a veces, puedo ser terriblemente pesimista, y ese atardecer me traía mal augurio…
Nos sentamos en una de las mesas que dan a las ventanas de la calle y mientras él analizaba con detalle la carta, yo me colgué a mirar hacia fuera… Densa la situación! Una aura rarísima flotaba en el aire… Yo sabía que era la última vez que lo iba a ver, lo supe desde el principio - sin ganas de caer en lo dramático…
Con la cerveza de por medio le conté de mis vacaciones, dejadamente, sin poner entonación ni alma a mis palabras, no me estaba interesando dar vueltas, yo quería que me dijera lo que había ido a decirme, nada más…
Esta vez, me puse yo monosilábica y no le quedó otra que arrancar con su parte del diálogo… o mejor dicho, monólogo, porque lo lanzó de un tirón, sin pedir permiso y sin pedir perdón: “Mirá, Meme… yo estuve pensando, en este tiempo que no nos vimos, que está bien eso… digo, tal vez, dejar de vernos, un tiempo, al menos, no sé… Es que yo… para mi es difícil, por los chicos, sabés? Yo quise hacer mi vida estos días y me empezaron a romper las bolas, qué que onda con vos, que te cuide, que no joda… me siento observado, presionado y no me gusta… Yo no quiero ataduras, compromiso con nadie… Y no quiero que esto se complique y después termine en cualquiera… Me cuesta decirte esto, porque lo paso genial con vos, muy bien, pero… no se trata de vos, entendes?! Soy yo el que no quiere lazos…”
Básico, tan básico!
Lo dejé hablar, sudaba como una mula, como si estuviese dando un examen oral el muy pelotudo! Mi mente no tenía stop… si hubiese dicho la mitad de las cosas que pensé… Y eso de caer en el bajísimo “no sos vos, soy yo”… Qué necesidad?! Gente grande… Tenía ganas de levantarme e irme, eso… Me molestaba tener que contestar algo a semejante idiotez…
“Esta todo bien, Juan. Me lo podrías haber dicho por teléfono también, no? O por mail, así me ahorrabas el viaje y el tener que verte la cara de nada mientras hablas estupideces.” Fui escueta, me puse de pie.
JUAN: “Pará, no me digas eso, no te enojes… como no te lo voy a decir frente a frente, además, no son estupideces, es lo que siento, lo que me pasa”
MEME: “Y a vos quién te dijo que yo tengo ganas de moverme un domingo, con lo que a mi me cuesta salir de mi casa los domingos, gastar un dineral en taxi y sentarme acá a escuchar tus sentimientos? Que no me están importando, por si no te diste cuenta”
Juan seguía en una postura borrosa, creía, por alguna razón, que me estaba haciendo daño con su declaración… Y, sinceramente, no era así…
A mi me podía doler el hecho de saber que no iba a verlo más, sin importar la razón… pero en cuanto me salió con este argumento me lo quise comer crudo… Sos un boludo importante, que andas haciendo o deshaciendo por lo que opinan los demás!!! Y eso bastó para que mi corazón se pusiera su coraza y nada de nada se filtra ahí dentro… Y sale el frigobar como loco!
Distancia, chau, nene… que la vida te sonría! Lo dejé sentado solo en la mesa, enterrado en su desconcierto… Me subí a un taxi y me largué a llorar…
El tachero me miraba por el espejo retrovisor, pero no me importaba… le di rienda suelta al llanto y me saqué todas las lágrimas del sistema… Nisiquiera sabía exactamente por qué estaba en ese estado de lamentación, pero sentí que era preciso dejarlo fluir…
En medio de un suspiro acongojado me suena el celular…
MARIANO: “Qué te pasó? Estás bien?”
Yo aún no había emitido sonido alguno, así que su pregunta insistente y preocupada me asustó un poco… Balbuceé algo así como que sí…
MARIANO: “No me mientas, Meme, acabas de pasar por al lado mío en un taxi, e ibas llorando desconsoladamente”
Me largué de nuevo a moquear, le pedí al taxi que diera la vuelta y me fui en busca de Mariano… Al llegar, lo abracé como si fuésemos amigos de años, con la cara desfigurada de andar llorando, hecha una piltrafita… un horror! Nos sentamos a tomar algo y me sirvió de oreja, pobrecito…
Es extraño, porque Mariano no es mi amigo, nunca establecimos nada cercano a ese vínculo… Y tampoco es que somos compañeros de trabajo a diario, compartimos tiempo dentro de la oficina, pero cada uno está en su área, no interactuamos rutinariamente… Y me gusta mucho, eso obvio, pero, no me comporto con él como lo suelo hacer con alguien que me gusta… como por ejemplo, hablar de otro tipo!
Pasé por todos los estados… la aflicción, la risa, la bronca, la ironía, el desconcierto… Mariano acotaba intentando levantarme el ánimo… Lo lograba casi todo el tiempo… Eso me gusta de él, que me hace reír, no pensar… Me repite una y otra vez: “Vos pensás mucho, no penses más”… Será cuestión de apagar la mente?! Hay algún disyuntor que no estoy encontrando?!
Yo quisiera no pensar demás, pero no me está saliendo… Se me acumulan los pensamientos como en un scrum de rugby y dale que te dale para un lado y para el otro…
Ya de madrugada, Mariano creyó pertinente alcanzarme a mi casa – yo estaba bien, entonada, un poco arruinada, pero bien, aún en mis cabales… Nos tomamos un taxi y durante el trayecto reinó el buen humor, la desgracia fue vista con burla y le hicimos pito catalán al desatino… Al llegar al la puerta de mi casa, la cosa cambió: sentado en el umbral del edificio, estaba Juan…
Hubo un momento de silencio, de sensación incómoda, que Mariano resolvió rápidamente, subiéndose nuevamente al taxi y dejándome ahí, en las garras del enemigo… Me pareció que se fue algo enojado, pero yo no estaba en condiciones de determinar nada… Juan, en cambio, no me dejó lugar a dudas, estaba que trinaba… Eh po qué?! Porque son de manuallllllllllll… me acabas de dejar, querido, no me hagas carita de escena de celos porque aparezco con otro hombre!!!
Se puso en posturita de reclamo, con los brazos en jarra como una abuela retona, y yo le pasé por al lado, como si fuese el mismísimo viento… Abrí la puerta y él la detuvo…
JUAN: “¿Dónde estabas? Me quedé preocupado por como te fuiste, y como un estúpido me cansé de llamarte, vine hasta acá hace un par de horas, dele tocar timbre, como un imbécil, que veo que soy, porque vos ni lerda ni perezosa ya estabas con otro chongo, y encima… que estás en pedo?!…”
Él se ve que pretendía seguir balbuceando cosas, pero lo interrumpí: “Shhh, Juancito… no me rompas las pelotas, tamos?! Vos haces tu vida, yo hago la mía… Escuché ya todo lo que tenías para decir y rescato dos grandes verdades de todo: sos un estúpido y un imbécil, es bueno que lo reconozcas”, y le cerré la puerta en la cara (lentamente, lo cuál no fue muy efectista, lo que pasa es que la puerta de abajo de mi edificio tiene esos sistemas de cierre para que no dés portazo… y yo ponía todas mis fuerzas, empujándola, una ridícula total!).
No miré atrás… me salió el personaje de Manuela La Orgullosa y lo mantuve hasta el final.
Una vez que entré al ascensor, me dejé caer al suelo… Ufa! Esas lágrimas malditas de vuelta! Odio a los hombres!!!
Tenés al que se hace el duro, el chico difícil, que no quiere estar con nadie, es un lobo solitario y blablabla… que es bipolar, y al rato, se te aparece en gesto romántico de telenovela, en la puerta… haciendo qué?! Qué pretendía al venir?! Confundirme, qué más?!
Y el otro?! Se hace el preocupado, el amigo y compañero incondicional, que te defiende y te cuida… y plum! De repente, te deja solita lidiando con el fardo, Poncio Pilatos! Tampoco sé que pretendía, no? Que Mariano se quedara a hacer qué?! Confundirme… lógico, qué otra cosa?!
Los hombres segregan confusión… y una anda cayendo por ahí, toda mareada!

2 comentarios:

E1000se dijo...

Me mato la secuencia del portazo lento jajajajaj no puedo parar de reirme

Meme dijo...

me alegra que al menos alguien lo haga... jajaja, bueno, yo tambien me voy a reir...